Con esas palabras entendió perfectamente lo que buscaba hacer, la forma en la que le sujeto y después esa mirada vacía que cada vez era más frecuente. Se estaba convirtiendo en un Rey que sucumbia ante lo que era necesario hacer y está vez arriesgaba mucho. Morgan había estado rodeada de mentiras desde que fue entregada al cuidado de Uther Pendragon y en ese momento supo que podía acabar con esa miseria. Su hermana le estaba dando parte de lo que tanto había deseado y con esto tendría el poder suficiente, ella jamás se atrevería a contradecirla. —Lo haré. — le miró fijamente y con firmeza. — Pero no hagas de esta conversación más incómoda de lo que es, hermana. — Diferencias surgían, era de esperarse, Guinevere no le agradaba y aquello era sumamente difícil para la mayor sin embargo eran cosas que debían hacerse. — Iré a prepararme. —
La mirada de Altria se endureció, algo extraño en ella, pero que cada vez ocurría con más frecuencia, sobre todo cuando tomaba decisiones. Una expresión extrañamente distante, casi vacía. A medida que crecía, todo se volvía más complicado. —Tendrán que escuchar a su Rey, y acatar mis decisiones, les guste o no. No permitiré que manchen el honor y la virtud de Guinevere, tampoco un solo insulto hacia ti, mi sangre.
No podía evitar sentirse preocupada por ella, al parecer la idea de aquél baile cada vez le parecía más y más desagradable. No deseaba que la persona que más le importaba se sintiera miserable, pero era lo correcto, lo que debía hacerse.
—Nadie se atreverá. Yo estaré protegiéndote.— No soltó su mano a pesar de que ella se levantó, por el contrario, la haló ligeramente para acercarla hacia si un poco más. —Incontables veces te lo he dicho. Este es tu lugar y Camelot es tu hogar. Solo es necesaria una noche para que las cosas queden claras. Mi Reino deberá reconocer quién será su Reina, pero también, quien es su Princesa, mi consejera, y mi hermana. Es tu oportunidad de demostrar que no eres ninguna niña asustada, que en tus venas corre la sangre Pendragon.— Merlín había opinado que era una necia al dar aquélla celebración, pero aún así no había intervenido. Nunca lo hacía.
No podía decir que no a esa mirada a pesar de estar completamente en contra de sus decisiones con respecto a la princesa Guinevere. El tiempo había sido gentil con las dos hermanas, por un lado Morgan no dejaba de ser hermosa incluso cada día lo era más y Altria mucho mas alta, firme, se estaba convirtiendo en un gran Rey pero su fe ciega en esa princesa sería su condena. Morgan se puso de pie y asintió. — No creo que algo bueno pueda salir de esto si uso esas vestimentas. ¿No llamaría demasiado la atención?— Y lo que menos deseaba era atraer miradas, murmullos...odiaba eso más que nada.
Si conocía bien a Morgan, aquélla orden no le había parecido en absoluto agradable. No la culpaba... muchos tenían dudas respecto a la Princesa, no pocos la juzgaban de ingenua, era bastante joven y dudaban que pudiese tomar el papel de Reina por el bien de Britannia... pero Altria sabía ella se ganaría el corazón de sus súbditos, pues poseía una virtud difícil de encontrar: la bondad.
Tomó a Morgan por la muñeca. La miró. Antaño unos centímetros más baja que su hermana, ahora le sacaba unos cuantos de estatura. —¿Sabes que te necesito a mi lado, Morgan?...— En sus pupilas verdes había cierta preocupación. Llevó la mano de su hermana a sus labios, y depositó un beso en sus nudillos. —Envié a tu habitación lo que quiero que uses. Hoy vestirás de azul y dorado.— Los colores reales, esos que tantos prejuicios despertaban cuando "la bastarda de Uther" los usaba. —Prometo que si todo sale bien esta noche, las cosas serán mejores...
Habría preferido que le enviaran a recibir a esos nobles presumidos antes de recibir y ser la dama de compañía de la princesa Guinevere. Suspiró está vez pesadamente, fastidiada e incluso molesta y se levantó de su lugar. —Entonces iré a prepararme. — Y en realidad su plan era no salir de su habitación no aunque la fueran a buscar, alguna mentira podría inventar.
—Eres irremediable, hermana.— Sonrió sujetando sus mejillas con ambas manos, aprovechando que estaba sentada, presionó suavemente para provocar una expresión graciosa en su rostro, al mirarla, rio suavemente. —Nada de bebidas, estarás ocupada como dama de la Princesa Guinevere. Recuerda que tenemos que hacerla sentir bienvenida.
Siguió la copa con la mirada, a cualquier otra persona sin importar fuera noble o no le habría reprochado esa acción pero en este caso era algo completamente diferente. Suspiró y se encogió de hombros. — No beberé más antes de las celebraciones...pero no prometo nada durante. - le guiñó un ojo y sonrió ladina.
—Me preocupo por ti...— Se acercó a ella, delicadamente retiró la copa de su mano y la dejó a un lado, dando una caricia a la mejilla de su hermana, para luego acomodar su cabello. —No quisiera tener que retar a un invitado en mi propio castillo si alguno de esos tontos nobles quiere aprovecharse de mi hermana pasada de copas.
