ʀᴘ ╱ ᴘɪʀᴀᴛᴇ ʜᴜɴᴛᴇʀ ╱ "sɪ ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴘʀᴏᴛᴇɢᴇʀ ᴇʟ sᴜᴇɴ̃ᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴄᴀᴘɪᴛᴀ́ɴ ᴍɪ ᴀᴍʙɪᴄɪᴏ́ɴ ᴇs ɪɴᴜ́ᴛɪʟ"
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Tashigi · 26-30, F
Aquellos momentos de tranquilidad, de infinita intimidad, de miradas cruzadas, de palabras correspondidas, de amor y deseo le fueron mágicos y suficientes. Tashigi no podía apartar la mirada del hombre que amaba tanto. Se acomodó en la cama y poco a poco notó las intenciones del hombre. ¡No mintió! La tomaría una y otra vez hasta morir de tanto amor.
Estaba plena al ser correspondida con la misma intensidad, ser amada por él era el placer más grande que su alma pudiera tener.
Sonrió a sabiendas de cómo era Zoro, tan orgulloso y posesivo. Abrió sus piernas y le dejó entrada libre nuevamente a su jardín. Suspiró y le besó el hombro para después morderlo al ser penetrada.
—Soy tuya... eternamente tuya desde antes, ahora y para siempre... cada parte de mi cuerpo te pertenece a ti, cada paso que yo de será tuyo... y cada uno de mis alientos serán para ti... Soy y seré tuya como tu mio... siempre mio...- Los gemidos se escapaban entre las palabras donde su sumisión se consumaba, pero ¿que podia hacer ella con tanto amor? Lo adoraba a tal extremo. Tenerlo dentro no solo era un placer carnal, también alimentaba su vida y le daba luz a su caminar, por no decir que era una perversa disfrutando del sexo tan intenso que solo él podía darle. Comenzó a gemir con más fuerza y más entrega a medida que él aumentaba su velocidad. Su rostro era una oda a la lujuria y su voz no paraba de repetir el nombre de su hombre, de su amante, de su victimario. Sus manos navegaban su piel aceitosa por el sudor y su nariz se hundía en el deleite de la combinación de olores que emanaba de ambos.
Estaba plena al ser correspondida con la misma intensidad, ser amada por él era el placer más grande que su alma pudiera tener.
Sonrió a sabiendas de cómo era Zoro, tan orgulloso y posesivo. Abrió sus piernas y le dejó entrada libre nuevamente a su jardín. Suspiró y le besó el hombro para después morderlo al ser penetrada.
—Soy tuya... eternamente tuya desde antes, ahora y para siempre... cada parte de mi cuerpo te pertenece a ti, cada paso que yo de será tuyo... y cada uno de mis alientos serán para ti... Soy y seré tuya como tu mio... siempre mio...- Los gemidos se escapaban entre las palabras donde su sumisión se consumaba, pero ¿que podia hacer ella con tanto amor? Lo adoraba a tal extremo. Tenerlo dentro no solo era un placer carnal, también alimentaba su vida y le daba luz a su caminar, por no decir que era una perversa disfrutando del sexo tan intenso que solo él podía darle. Comenzó a gemir con más fuerza y más entrega a medida que él aumentaba su velocidad. Su rostro era una oda a la lujuria y su voz no paraba de repetir el nombre de su hombre, de su amante, de su victimario. Sus manos navegaban su piel aceitosa por el sudor y su nariz se hundía en el deleite de la combinación de olores que emanaba de ambos.