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ʀᴘ ╱ ᴘɪʀᴀᴛᴇ ʜᴜɴᴛᴇʀ ╱ "sɪ ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴘʀᴏᴛᴇɢᴇʀ ᴇʟ sᴜᴇɴ̃ᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴄᴀᴘɪᴛᴀ́ɴ ᴍɪ ᴀᴍʙɪᴄɪᴏ́ɴ ᴇs ɪɴᴜ́ᴛɪʟ"
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DoroboNeko · 22-25, F
Una vez dentro del consultorio cruzó la puerta que conectaba hacia la cocina para dirigirse el lavabo y lavarse sus manos antes de curarle. Cuando regresó, el espadachín ya estaba con el torso desnudo, buscó lo necesario entre los frascos y demás estantes. Volteó su rostro ante a pregunta del espadachín.

— Se ve mal, pero no creo que requieras puntos...

Reía un poco por aquellas palabras, sin duda, Zoro se había limitando, conocía bien la fuerza de su nakama y su gran orgullo, pero también conocía de su honor, así que sabía que les había dado su respectivo merecido.

Tomó alcohol, un par de bolas de algodón, unas pinzas metálicas y un ungüento que Chopper siempre usaba en ellos cuando se lastimaban.

— Descuida, no lo haré. Esta es tu pelea, lo entiendo.

Se limitó a decir y subió a la pequeña camilla para hincarse frente a la espalda del peliverde. Comenzó a limpiar primero las heridas para evitar alguna infección. Pasó una toalla mojada por las heridas de la espalda. Sus ojos se pasearon por la bien trabajada espalda del espadachín, de forma inconsciente, con la prenda húmeda, acarició más que limpiar, las heridas. Trago grueso y sacudió su cabeza. Un pequeño rubor llegó a sus mejillas y se riñó internamente por aquella acción. Tomó un poco de alcohol y lo colocó en el algodón para así pasarlo sobre las heridas menos graves primero.

— Te arderá un poco, esta bien? - Recargó una de sus manos en el hombro del espadachín y con el algodón palpo la herida. — Si quieres que me detenga dímelo.

Comenzó así a tratar una herida tras otra. Primero las más pequeñas, limpiándolas primero y después colocando un poco de alcohol a través del algodón para finalizar con el ungüento.

— Bien, trataré ahora la herida más profunda.

Antes de limpiarla acarició con la yema de sus dedos el contorno de esta. La piel morena no era suave, pero era agradable al tacto, sus músculos se marcaban claramente, tenía una espalda ancha, fuerte. Una espalda que en más de una ocasión la había llevado sobre ella o le había protegido.

En silencio limpió la herida quitando con las pequeñas pinzas los restos de madera que se habían encajado sobre la piel. Una vez retirada todas las astillas procedió con el algodón. Lo hizo con cuidado inició desde arriba de la herida bajando por la espalda, una vez que repasó con la humedad del algodón la rojiza herida, procedió a colocar el ungüento, lo hacía suave con la punta de sus dedos, como si acariciara la herida, quería tener el mayor cuidado posible para darle los primeros auxilios.
 
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