ʀᴘ ╱ ᴘɪʀᴀᴛᴇ ʜᴜɴᴛᴇʀ ╱ "sɪ ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴘʀᴏᴛᴇɢᴇʀ ᴇʟ sᴜᴇɴ̃ᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴄᴀᴘɪᴛᴀ́ɴ ᴍɪ ᴀᴍʙɪᴄɪᴏ́ɴ ᴇs ɪɴᴜ́ᴛɪʟ"
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Tashigi · 26-30, F
Sospechaba de lo que venía. Sospechaba que la crisis llegaría para ambos y su cuerpo le advertía de la intensidad con la que llegaría. Se tensaron sus músculos, las plantas de sus pies dolían contraídas, sus manos clavaban las uñas en la piel masculina y su rostro era el de una mujer disfrutando de sus más profundos deseos carnales. La fuerza con la que él le marcaba la piel era placenteramente dolorosa. ¡Cuanta energía tenía! Y, ella aguantaría tanto como él lo hiciera.
Vamos de nuevo. Una, dos, tres embestidas más y podía percibir el brote de la calidez en su orgasmo. El gemido que acompañó el orgasmo iba al ritmo de sus propios dedos estimulando su crisis, alentando su orgasmo para que llegara con más intensidad aún y así fue. El enorme chorro de pecado se encargó de bañar la dorada piel del hombre.
El cuerpo entero le temblaba mientras respondía esa larga sesión de besos apasionados, con el intercambio abundante de saliva y voces excitadas. El colchón era un desastre, el calor ya era sofocante y el olor a sexo la embriagaba. Cuanto había extrañado esa sensación de libertad, cuanto deseaba que no se separarán nunca más.
Terminó recostada a su lado, muy junta de él, empiernados, sin dejar de besarse aún, con ella recorriendo su mano por todo músculo que alcanzaba a tocar, acariciando su cuerpo que él tan amablemente le permitía poseer. No le soltaba, no dejaba que él se alejara ni para respirar, le abrazaba con total posesión, le quería dejar en claro lo enloquecida que estaba por él, le quería transmitir ese intenso deseo que tenía por él, que esa noche él podía hacer y deshacer con ella tanto como quisiera. Que podía someterla y venerarla, que podía dejar toda marca que él quisiera, que podía llenarle de su esencia tanto como le fuera posible. Y entre beso a beso, gemidos salían desde su garganta, recuperando el aliento lentamente en ese estado de relajación profunda.
Se alejó de él solo un poco para finalmente respirar y sonreír complacida por todo. Le miró acariciándole el rostro y besando su espíritu.
━Te amo. -
Vamos de nuevo. Una, dos, tres embestidas más y podía percibir el brote de la calidez en su orgasmo. El gemido que acompañó el orgasmo iba al ritmo de sus propios dedos estimulando su crisis, alentando su orgasmo para que llegara con más intensidad aún y así fue. El enorme chorro de pecado se encargó de bañar la dorada piel del hombre.
El cuerpo entero le temblaba mientras respondía esa larga sesión de besos apasionados, con el intercambio abundante de saliva y voces excitadas. El colchón era un desastre, el calor ya era sofocante y el olor a sexo la embriagaba. Cuanto había extrañado esa sensación de libertad, cuanto deseaba que no se separarán nunca más.
Terminó recostada a su lado, muy junta de él, empiernados, sin dejar de besarse aún, con ella recorriendo su mano por todo músculo que alcanzaba a tocar, acariciando su cuerpo que él tan amablemente le permitía poseer. No le soltaba, no dejaba que él se alejara ni para respirar, le abrazaba con total posesión, le quería dejar en claro lo enloquecida que estaba por él, le quería transmitir ese intenso deseo que tenía por él, que esa noche él podía hacer y deshacer con ella tanto como quisiera. Que podía someterla y venerarla, que podía dejar toda marca que él quisiera, que podía llenarle de su esencia tanto como le fuera posible. Y entre beso a beso, gemidos salían desde su garganta, recuperando el aliento lentamente en ese estado de relajación profunda.
Se alejó de él solo un poco para finalmente respirar y sonreír complacida por todo. Le miró acariciándole el rostro y besando su espíritu.
━Te amo. -