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~ Rol Privado con Yuna de Aguila. ~
 
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**Cargaba su armadura dentro de su "Pandora Box", con aquellas correas de cuero grueso, algo clásico. Interpuso por un momento su brazo derecho al momento en que aquella guerrera descendió de su postura para estar a la misma altura. — Bueno... Si me había ido, del santuario, pero... —

Antes de que pudiese responder a ella, su mirada se abrió con sorpresa al notar aquel llanto. —E-Espera... ¿Estás llorando? — rascó un poco su mejilla al no saber cómo actuar ante ello. — ... recién acabo de volver... Aún hay caballeros distribuidos por el mundo que necesitan algo de apoyo. Al menos esa es la misión que tengo encomendada.— No se había dado cuenta del hecho que ella no portaba su máscara, o al menos así era lo que parecía ser, pues hablaba con ella con gran naturalidad. Aún si así fuera, aquella voz era reconocible.**


-Antes que pudiera escuchar esa sonrisa voz bien definida del Pegaso, otras audibles voces hacían conjeturas a su alrededor. Veía imágenes de color sepia desteñirse y destruirse con el fuego, era una visión que le hizo sentir ardor en los ojos, terminando como un caudal en sus tan admirables y resolutos ojos. La voz de su contrincante la "despertó" y saltó de la cima del Pilar para recibir al caballero con una especie de brusco torbellino a su alrededor, mientras sus pies se posaban ligeros como mariposasy escurridizos como las luciérnagas.-


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Pensé que te habías ido de Grecia. . .pero estas aquí, estas. . .agh no -se limpia los ojos antes de continuar, estaba muy emocionada, feliz de verlo.-
**Una vuelta más al vendaje y estaría listo, no sin antes sentir aquella perturbación en el cosmos. Era familiar, no podía equivocarse, había detenido sus acciones hasta el punto de incluso girar su rostro un par de veces tratando de encontrar al dueño de aquel cosmos. Aunque, no hubo contacto visual, sin embargo, se sentía cerca.

— Este cosmos... Jeh, parece que ha vuelto. — susuró para sí mismo en monólogo, había empleado un tono un tanto confiado, tal vez venía por la revancha y decidir finalmente un ganador que aquel combate pasado no había podido definir.

Dio otra vuelta a la venda para ajustar un poco la cubierta y así finalizar con un nudo para asegurar que no se saliera. —... debo admitir que me diste una buena pelea. Y me he mantenido entrenando desde entonces.— Se levantó de la roca en donde se mantenía sentado para atenderse y se dispuso a emprender camino en dirección a la que había percibido aquel cosmos. **
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-Yuna es una santa un tanto peculiar, ella tiene la particularidad de leer las estrellas y los destinos de las personas.

Encontrando un alto pilar que se alzaba 26 metros semi inclinado entre unos escombros, el águila abraza la corona prismática de la luna con sus pequeñas manos de pie sobre este brazo de piedra, intenta buscar un oráculo, descifrar el destino de la tierra y para ello maximiza el latido de su cosmos, lo hace arder como la misma superficie del sol{ahora ausente} de repente, una oscuridad la embarga y emerge en forma de tentáculos alrededor de si misma .-

No puede ser. -Sus ojos se abren conquistando la realidad, vio la figura de Pegaso mezclada con una sombra del inframundo y a Athena tratando de salvarlo, ambos quebrando sus almas por el destino de la humanidad {fin de la visión} .-
**Las horas, días y semanas habían pasado tras el primer encuentro entre el Águila y el Pegaso, un encuentro que había dejado grandes enseñanzas a ambos en su búsqueda de mayor experiencia y mejora.

Era de noche, y la fresca brisa recorría y enfriaba cada estructura del blanco mármol que yacía en aquel sitio considerado sagrado y oculto a los ojos del resto del mundo; Mientras la luna se alzaba majestuosa y brillante, cubriendo con su esplendorosa masa la mayoría del cielo teñido en azabache, opacando a los millares de astros que de vez en cuando resaltaban en un leve destello que no era mayor a un pestañeo.

Y cercano al anfiteatro, donde yacían los escombros de lo que alguna vez fue un templo, se mantenía sentado aquel chico que había heredado la armadura de Pegaso, atando sus vendajes sobre el codo derecho y antebrazos.**

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