** Cada vez más difícil se volvía la busqueda de sus camaradas dispersos por todo el mundo, llevándolo a lugares tan lejanos de los que no tenía conocimiento alguno, cada día el combatir era algo tan, pero tan natural como lo era respirar, hasta el punto en que se volvía tedioso y muy repetitivo, aunque no se excluía el miedo por perder la vida y fallar permanetemente.

Sus pies lo llevaron hasta aquellos páramos de montaña, donde la temperatura era fresca hasta cierto punto, y el respirar se volvía cada más pesado con cada paso dado al frente.

No portaba ropas invernales, tan solo unos jeans azules, camiseta negra y una gastada chaqueta de piel que resaltaba un guinda muy elegante. Pero lo que más resaltaba de aquel joven, no era su edad, mucho menos aquella larga y castaña cabellera que se ataba a una cinta; sino aquella caja plateada que cargaba con una correa sobre sus hombros, guardando la prueba definitiva de que éste era un verdadero Caballero de Athena. - Debo seguir... -