Una pequeña risa surgió gracias al total de sus palabras, sus mirada para ese entonces coincidieron y él se atrevió a ampliar esta de forma ladina, como si fuese capaz de concebir el reproche en su cabeza, nada más lejos de la realidad, solo un poco de perspicacia y facilidad de lectura que resguardó al contemplar el horizonte—. Entonces continuemos, lo que menos quisiera es combatir, tampoco quemarme —Con su voz entre labios se alejó de la roca y aprovechó a estirarse por unos instantes al elevar ambos brazos en un imperfecto ángulo recto, pues la mano diestra se aferró a la muñeca de la extremidad contraria— ¡No tienes idea lo que quema el sol con esta piel tan blanca! —agregó con el tono de voz distorsionada por el hecho de estirarse.