Luego de haber caminado un buen rato al fin estaba en frente de lo que era la casa de aquel mal viviente adicto al cafe (?), con un papel en mano y una bolsa que contenía una caja mediana con las siete unidades del café colombiano exportado. El grandullón tenia una pinta terrible, pero era porque toda su vestimenta estaba manchada con sangre, no era para menos asaltar una cárcel tenia su tiempo, pero se divirtió. Sin mas comenzó a girar su brazo con la mano presionada en la caja rápidamente gracias a la buena coordinación de su hombro este parecía una hélice mientras buscaba. . .[-]
—Para nada, hombre. Seguro que tu olor a sangre y violencia no es el aroma más raro que ha pasado por mi departamento. [???]
Bajó entonces a abrir la puerta, mientras dejó la cafetera encendida. Hizo pasar a Rappa al departamento del segundo piso, ya la mesa había preparado, colocando dos tazas vacías, bastante más grandes que una ordinaria. Y es que que se notaba que era un adicto.
Fue hasta la cocina, regresó con el café colombiano ya preparado. Sirvió ambas tazas, y el potente aroma se extendió por todo el lugar. Realmente era un café de calidad, posiblemente más caro de lo que ambos imaginaban.
