Luego de haber caminado un buen rato al fin estaba en frente de lo que era la casa de aquel mal viviente adicto al cafe (?), con un papel en mano y una bolsa que contenía una caja mediana con las siete unidades del café colombiano exportado. El grandullón tenia una pinta terrible, pero era porque toda su vestimenta estaba manchada con sangre, no era para menos asaltar una cárcel tenia su tiempo, pero se divirtió. Sin mas comenzó a girar su brazo con la mano presionada en la caja rápidamente gracias a la buena coordinación de su hombro este parecía una hélice mientras buscaba. . .[-]
No pudo evitar notar las prendas del contrario, ¿eso eran montones de sangre? Seguramente entrar ahí no había sido fácil... aunque, para él, pan comido, igual. Asomó medio torso por la ventana y agitó el paquete en el aire.
—¡Hey! ¿No vas a pasar? Al menos déjame recompensarte con café, es lo menos que puedo hacer.
Extraña escena hubiese sido aquella para quien estuviese ahí pasando. Un criminial invitando a otro a tomar café; uno con la nariz sangrante y gritando como demente por una ventana, el otro, enmascarado y con claros vestigios de brutal violencia. Bonita escena. [?]
—¿O los Yakuza no toman café? Es que nunca vi a uno bebiendo café... —esas eran sus capacidades de deducción. [?]
