« El Ángel Negro hoy sigue vagando por el mundo, triste y sombrío, buscando a otros ángeles que como él huyeron del paraíso, deseando un día despertar y que la bondad humana exista de verdad. » Fue lo último que escuché de ese extraño. Ojalá se lo hubiera agradecido cuando pude.
—Sintió el manotazo, pero no tuvo éxito, ya que este se había quedado cautivado al ver tan bellos ojos carmines.—
No siento aflicción, he aprendido mucho de ella y lo que mencionas es cierto. Ayuda a encontrarnos a nosotros mismos además la soledad es la única que no suele decepcionarnos.
—Sus bellas alas terminaron de expandirse, con un suave movimiento apartó su mano del mentón de la albina y con una sonrisa cálida en señal de despedida.—
Espero que volvamos a encontrarnos, para así poder tener otra plática. Aunque trataré de tener una rosa lista en caso tengas hambre...
-No había forma de intimidarla. Aunque este se tomase la molestia de limpiar aquellos rezagos con su falange, la albina parecía incluso desafiarle al clavar sus ojos carmines en los ajenos.-
No eres nadie para decirme en qué debo tomar cuidado, y en lo que no.
-De un manotazo poco sutil buscó apartar esa extremidad de su mentón, siendo el detalle de esas alas negras que de pronto se expandieron en la espalda ajena lo único que captó realmente su atención por un momento, reojeando hacia ellas.-
No sientas aflicción por esa soledad. Se aprende mucho de ella, y no te escupe en la cara cuando menos te lo esperas.
—Se acercó, inclinándose un poco y con su mano la aprehendió suavemente la quijada sin apartar la mirada de los bellos ojos.—
La luz solo sirve para ver ciertos aspectos que no puedas ver en la oscuridad, pero eso no implica que puedas sentirte segura en ella de hecho a veces uno se siente más a gusto en la oscuridad. Además si estuvieras en la oscuridad no podría ver que tienes manchado un poco los labios después de comerte aquellos pétalos.
—Aprovechando que tenía su mano en el mentón, le limpió suavemente lo bermejo dejado por los pétalos.—
Deberías ser más cuidadosa al comer porque podrías volver a manchar tu rostro y además terminarás manchando esa linda vestimenta.
—Aún inclinado con la mano suavemente aprehendida sobre el mentón del ángel, sonrió agraciadamente y expandiendo lentamente sus bellas alas en señal de vuelo.—
Gracias por esta plática, venía caminando errantemente y solo por este mundo, tal vez...
-Aquella flor iluminada la convenció para acercarse. No la tomaría por el tallo, simplemente arrancó el conjunto de pétalos con su diestra y acto seguido se los comió. Masticando hasta tragar, con lo que después apoyaría ambas manos a la cadera.-
La luz no siempre va a ser tu aliada, y es mejor así. Te expone a ciertos peligros.
¿Convencer?, No se puede cambiar el mundo solo con bellas palabras.
—Tomó una rosa de un lugar sombrío, la elevó a la altura de su rostro mientras les iluminaba la cálida luz del sol.—
Dices que la verdad no está aquí sino en otra parte, pero discrepo porque al igual que esta rosa no sé pudo apreciar cuán bella era en la oscuridad, pero al exponerse a la luz puedes apreciar lo hermosa que es, pero por más hermosa o bella que sea hay que saber como acariciarla después de todo tiene espinas.
El resto del mundo tiene miedo a dichas espinas y las evitan sin considerar que esta bella rosa podría terminar muerta como la madera en la que estabas sentada, sin poder apreciar su belleza en vida.
-Sentada en madera muerta, no tardó en levantarse y sacudir su vestimenta. Fue entonces que le dirigió la mirada al enmarcar una de sus cejas por lo que pudo haber sido un halago de parte ajena.-
"La verdad" está en cualquier otra parte, menos aquí.
He aprendido que siempre se olvidará lo que dices y lo que hagas, pero jamás se olvidarán cómo los hiciste sentir. A veces no vivimos nuestros sueños porque estamos viviendo nuestros miedos, para ello se necesita motivación, pero es la determinación y el compromiso los cuales nos ayudan a conseguirlos. ¿Sabes? No deberías apartar la mirada o no podré ver la verdad a través de esos ojos tan bellos.—Con la mirada oscura, penetrante y fulgurante.—
(¡Vaya! Es precavida, un ángel con la guardia en alto, era de esperarse.) -Hum... desconfiar siempre es un error; confiar siempre también lo es. Al fin y al cabo ambos somos en parte bondadosos pero podemos ser mortales a la vez. El decir que hay muchos como nosotros no es del todo cierto, cada quién tiene algo especial que es lo que nos hace diferente al resto. Además el mundo sería aburrido si todos fuésemos iguales. -Sí, es un cuento inspirador, tanto que yo también debería darle las gracias a ese extraño.—Dando vueltas a su alrededor contemplando el bello lugar con una expresión afable.—
