*Permaneció quieta, cautiva en ésa serie de sensaciones que se experimentan cuando la experiencia es nula ante una situación y la iniciativa es quién forja el saber, el aprendizaje y el carácter para volverse todo un profesional en la materia. Miraría detalladamente al hombre, sus facciones, su vestimenta, su complexión ¿Se trataría de un enemigo? ¡Ni que los dioses lo manden! pero si dado el caso fuese positiva aquella hipótesis, la lucha empezaría justo ahora. No obstante, la joven guerrera prefirió indagar antes de realizar el primer golpe a causa de un mal entendido.** - Guerrero de tierras lejanas, haz llegado a las tierras fértiles de la diosa Tlaltecuhtli, has observado el resplandor del Dios Tonatiuh, cuyo rayo de sol ilumina y nos brinda calor. Tlaloc el señor de la lluvia y el agua que brotan y alimentan nuestro hogar, es la magnífica lluvia que nos bendice y mantiene con vida. Ahora dime, si buscas un refugio y alimento, podré ayudarte. Siempre y cuando muestres respeto por la belleza que nuestro Dios Quetzalcóatl nos brinda. Si sólo vienes de paso, rezaré a Tezcatlipoca para que te oriente y salvaguarde de los peligros y Huitzilopochtli te brinde fuerza para los momentos de duda y peligro frente a un enemigo.
*Argumentó la chica en la espera que su anfitrión acepte que aquella dicha de ella no venía en modo de pelea, pero si de defensa si aquel joven mostrase un signo de hostilidad y/o peligro, porque sus raíces y sapiencia en el acto de guardiana, debe entregarse por completo a su pueblo y poseer el honor de su familia y ancestros.-
*Guardó silencio sin quitarle la mirada de encima, su intuición le dicta el peligro que representa el pálido guerrero de dorada armadura, sin embargo ella quiso minorizar la amenaza porque según dicta el refrán: Lo que se ve, no se juzga.-
