Perder el rostro significa perder noción de tu identidad.
Los hombres no nos alejamos evolutivamente del primate; como hermanos, nuestro pie a nivel social cojea de los orígenes de homínidos. Necesitamos leer expresiones para comprender qué sucede entre nuestros semejantes, resulta ser pie de supervivencia conocer las intenciones de un individuo tras cada facción de su rostro. Hará millones de años una sonrisa pudo significar violencia y, a día de hoy, puede serlo también si se captan los dobles sentidos que vienen a mano de la complejización del comportamiento humano.
No solo las relaciones e interacciones se facilitan gracias a un medio de carne y cartílagos, también la integración en sociedad y la concepción más pura de lo que le hace ser.
¿Qué pasa cuando una persona no tiene rostro? Si bien se plantea que la pérdida de recuerdos alcanza hasta lo físico de una persona, quizá habiendo débiles reminiscencias por las implicaciones que tuvo en las vidas de otros. Ello no niega que en el momento de actos ocurridos, su presencia resaltó por las facciones y afectó a sus interacciones en el entorno.
La ausencia de ser quizá supera las barreras psicológicas y existenciales; he renunciado a la idea de tener un rostro normativo, sin tener opción de elegir.
