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━ Eso es cierto, Gala.

Un rubor se plasmó en sus mejillas, ¿por qué tuvo que decir eso? Alice pudo reír, y negando con la cabeza es que abandona al cuello momentáneamente, quería ver su rostro en esos instantes.

━ Tu felicidad vale mucho para mi, no sabes cuanto me alegra hacerte sentir así.
— Adoro ser la culpable. No tengo remedio, Alice...

Discreta se ríe, apretandola mas en el abrazo que mantiene mientras Alice deja esas deliciosas atenciones en ella.

— Tu eres la responsable de que esté tan feliz todo el tiempo.
Fue imposible contener una pequeña risa apenas escucharla, pero a pesar del comentario, Alice va dejando un camino de mordidas hacia la clavícula, y en esta última hay una nueva succión, seguida de su sonrisa al alzar su mirada.

━ Es tu culpa, por ser tan irresistible... ~
Un pequeño jadeo se le escapa. La boca de Alice en su piel la estremece completa, y sin necesidad de verse en un espejo ya sabía cómo se estaba adornando su piel. No había vergüenza, pero el calor instalado en sus pómulos la tenían ruborizada, y esa mujer era la responsable.

— Mañana tengo que ir a hacer compras, y tu estás haciendo de las tuyas en mi...~
El tacto fácilmente la incentiva a continuar, plantando mordidas en cada pequeño espacio, incluso un apego más pronunciado, con sus dedos dejando caricias a la cintura, además de chupetes más fuertes, húmedos, asegurándose de dejar su marca.
Era un hecho que la italiana hacía que cada sentido se alterara, la volvía una adicta a su calidez tan única que la dejaba fascinada.

━ Preciosa... ~
— Alice...~

Respondió en un tierno susurro, explorando con sus manos amables la cintura y espalda de la mayor.
La pelirroja sentía que se derretía cada vez que la tenía así de cerca, era una sensación inigualable.
━ Oh, Gala... ~

Le tomó por sorpresa, pero era un gusto acceder a tal gesto, pues pronto vuelve a esa labor, probando con sus labios la piel de esa pelirroja. Una mujer única, ¿cómo resistir su encanto natural?
— Lo sé... No he dicho que te detengas.~

Musita con cierta picardía al verle. Tan preciosa, no había manera de decirle que no a nada.
Le fue imposible no reír a causa de los toques y su reaccionar. Alice se acomodó, una sonrisa se asomó ahora que alzó la mirada, con un último beso al hombro de su menor.

━ Te dije que no me podría contener, es tu culpa. ~
Al darse cuenta de que continúan las succiones, Gala se ruboriza y disimula su risa apretando los labios.
Las manos dejan de acariciar, porque usa sus índices para dar toquecitos a los lados de la cintura ajena.

— Alice, que traviesa. ~

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