La sonrisa que tenía al escucharla se desdibuja entonces. No por tristeza, ni siquiera por albergar algún sentimiento negativo.
La seriedad de la propuesta cambia su semblante; aunque deseaba darle una respuesta rápida y segura, quedó muda por un rato considerable.

— Pienso que la inmortalidad es un regalo preciado, algo que todos quieren tener en el fondo, aunque digan que no. Y Alice, la idea de estar contigo por la eternidad, cielos, me hace muy feliz pero por otro lado...tengo miedo.

Enseñó una pequeña sonrisa. Nuevamente, sería sincera. Los temores eran varios, ¿y si cometía algún error y lo arruinaba?

— Te tengo a ti, lo sé. Eres el único motivo por el que podría ignorar el miedo...