31-35, M
Amo las estrellas que están en tus ojos...
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JWr1560576 · F
Los naranjas y morados que tiñen el cielo en aquel atardecer mantienen acaparada la atención de la morena. Desde el comienzo de aquel espectáculo, ella se recargó en la estructura de piedra que compone el puente que cruza el Nilo.
Llevaba apenas un par de meses en la tierra y mientras buscaba información que la acercara cada vez más a su objetivo, había decidido tomar algunos trabajos que le proporcionaran el dinero suficiente para vivir y llevar a cabo su misión.
La última encomienda la llevó a Egipto, justo a la hermosa ciudad de Guiza. La verdad es que no tuvo tantas dificultades en encontrar al objetivo y devolverlo a s contratante. Así que ahora, después de recibir una buena suma de dinero, la oji verde puede enfocarse unos días en su principal tarea.
Por suerte no tiene que trasladarse demasiado lejos ya que su siguiente pista es justo en la zona de la Necrópolis de Guiza. Su contacto en esta ocasión la citó en la noche, del otro lado del puente, así que ella pudo darse el lujo de admirar el espectáculo en el firmamento.
Una vez que la luz desapareció y la oscuridad engulló los colores, Jyn acomodó su cabello en una gruesa trenza con el flequillo de lado, se ajusta la chaqueta corta que cubre su top deportivo y avanza por el adoquinado puente hasta llegar al lado contrario.
No fueron más de 500 m hasta que llegó al sitio referido. El pelirrojo que la citó aún no llegaba y todo parecía estar bastante desolado. Mete las manos en sus bolsillos, sacando en la derecha una cajetilla de cigarros y de la izquierda un encendedor.
Toma un cigarrillo con los labios, lo enciende, y luego guarda de nuevo la cajetilla y el encendedor. Solo esperará el tiempo que tarde en consumirse el pitillo y después, si no da señales de vida, emprenderá el viaje a la meseta sola.
—Y yo que pensaba que se veía como un profesional… hmph, estúpido pelirrojo. —reniega mientras continúa fumando, ya segura de que tendrá que arreglárselas sola, cosa no tan mala pues no tendrá que pagar ni medio dólar a nadie.
Llevaba apenas un par de meses en la tierra y mientras buscaba información que la acercara cada vez más a su objetivo, había decidido tomar algunos trabajos que le proporcionaran el dinero suficiente para vivir y llevar a cabo su misión.
La última encomienda la llevó a Egipto, justo a la hermosa ciudad de Guiza. La verdad es que no tuvo tantas dificultades en encontrar al objetivo y devolverlo a s contratante. Así que ahora, después de recibir una buena suma de dinero, la oji verde puede enfocarse unos días en su principal tarea.
Por suerte no tiene que trasladarse demasiado lejos ya que su siguiente pista es justo en la zona de la Necrópolis de Guiza. Su contacto en esta ocasión la citó en la noche, del otro lado del puente, así que ella pudo darse el lujo de admirar el espectáculo en el firmamento.
Una vez que la luz desapareció y la oscuridad engulló los colores, Jyn acomodó su cabello en una gruesa trenza con el flequillo de lado, se ajusta la chaqueta corta que cubre su top deportivo y avanza por el adoquinado puente hasta llegar al lado contrario.
No fueron más de 500 m hasta que llegó al sitio referido. El pelirrojo que la citó aún no llegaba y todo parecía estar bastante desolado. Mete las manos en sus bolsillos, sacando en la derecha una cajetilla de cigarros y de la izquierda un encendedor.
Toma un cigarrillo con los labios, lo enciende, y luego guarda de nuevo la cajetilla y el encendedor. Solo esperará el tiempo que tarde en consumirse el pitillo y después, si no da señales de vida, emprenderá el viaje a la meseta sola.
—Y yo que pensaba que se veía como un profesional… hmph, estúpido pelirrojo. —reniega mientras continúa fumando, ya segura de que tendrá que arreglárselas sola, cosa no tan mala pues no tendrá que pagar ni medio dólar a nadie.