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—Joder, nunca es fácil. — Vociferó al tiempo que se tira en maroma a la izquierda tratando de evadir aquella asquerosa lengua. Como acto reflejo y dada su habilidad, en cuanto queda de cuclillas, apunta y dispara. Dos ráfagas de energía buscan el cuerpo de la bestia, seguidas de una serie de 6 tiros más.

Jyn se mueve mientras dispara, tratando de ubicar al chico, sabe, o al menos intuye, que él también ha esquivado, por lo que espera encontrarlo para no terminar disparándole por error y, más aún, para hacer equipo con él en combate contra esa monstruosidad.

Pero el monstruo no parece tener intensiones de caer y arremete contra ella de nuevo con la lengua como látigo, derramando un liquido de apariencia viscosa por las heridas que le causan los disparos. Evade un par de veces, pero la lengua conecta su tercer intento y la lanza ferozmente contra el pilar del puente.

—¡Ugh!

Siente y escucha el crujido de sus huesos. Todo el cuerpo y la cabeza le duelen. Había soltado las pistolas por reflejo así que, como pudo, se giró sobre el suelo. Toma la pistola que tiene a la mano y comienza a hacer un gran esfuerzo por arrastrarse, solo necesita menos de un metro para tomar la otra.

—¿Qué jodidos…?

Apenas alcanzó a expresar aquello, sorprendida, no tanto por la criatura en sí, sino por el hecho de que estuviera en ese lugar, cuando el cuerpo del varón chocó contra ella haciéndola caer de trasero en el suelo, a escasos centímetros de él.
Aquello ha cambiado drásticamente la noche y los planes de ambos, porque vamos, es obvio que ninguno tiene cara de ir en plan de pelear con un coso lleno de asquerosos tentáculos.



Jyn sacude la cabeza como si con ello espabilara y se levanta del suelo dispuesta a tomar aquella sugerencia y largarse del lugar lo antes posible. Tiene una misión y no puede perder tiempo metiéndose en algo que no es su problema.

—Lo siento… — Susurra como justificando que lo dejará allí lidiando con el monstruo y avanza con pasos presurosos para alejarse del lugar. Pero ¿Y si en realidad si es su problema? ¿Y si es a ella a quien busca esa cosa?

—Mierda, mierda, ¡Mierda!

Por mucho que quiera largarse del sitio no puede hacerlo si la vida de un inocente está de por medio. No sabe con seguridad si esa bestia es cosa de la federación o de aquel mal nacido innombrable que destruyó su vida, o si solo está en el momento y lugar adecuado, pero ya no hay vuelta atrás.

Sus pies la llevaron de vuelta los escasos metros que se había alejado y por mera inercia sacó sus armas apuntando de inmediato al monstruo.

—¿Amigo tuyo? —Preguntó con cierto aire bromista en un intento por aligerar la tensión del momento, y de paso descubrir quién de los dos es el objetivo, pulsando al tiempo los gatillos de ambas pistolas, lanzando así dos descargas de energía hacia la mitad de aquel cuerpo escamoso.

Su paso se vuelve más constante y apresurado, si quiere llegar a su meta no puede perder tiempo esperando a nadie, al menos eso es lo que se repite una y otra vez. A lo lejos ve pasar algunas personas, tirando de camellos y uno que otro con alguna especie de transporte extraño, muy manual. Aún no conoce muy bien la tecnología en la tierra solo sabe que está retrasada por millones de años.

Da una fumada profunda y poco a poco deja escapar el humo. Quizás debería comenzar a vestir más de acuerdo con el lugar, siempre resalta por sus ropas y, nunca le incomodaba, pero quizás fuer abuena idea.

Agita negativamente la cabeza, de nuevo estaba pensando en estupideces. Apenas se despejó pudo darse cuenta de que alguien viene hacia ella. No percibe malas intenciones, pero tampoco buenas. No parece ser el pelirrojo con el que quedó así que da un paso a la derecha, como dejándolo pasar, pero busca mirarle al rostro.

Por mucho que piense que está bien cubierta, sabe que la gente de la gente de la federación puede estar metida en todos los planetas, aunque no sea expresamente para buscarla. Un aire distinto se percibe en el ambiente con la cercanía de aquel paseante nocturno. Estaba tan concentrada en ello que no notó que había algo más por allí escondido.

Sus caminos se encontraron y ella posó la mirada de su único ojo en aquel personaje.

—طريقة جميلة أيها المسافر (buen camino, viajero)

Musitó con amabilidad en aquel idioma del sitio, mismo que aprendió practicando en su nave, para tratar de mezclarse un poco mejor.

Esperaba pasar de largo con solo un saludo de parte de aquel hombre, pero como siempre, el universo tiene planes distintos para cada suceso, siendo esta, una de esas ocasiones en las que sorprenderá a los actores del momento.

Los naranjas y morados que tiñen el cielo en aquel atardecer mantienen acaparada la atención de la morena. Desde el comienzo de aquel espectáculo, ella se recargó en la estructura de piedra que compone el puente que cruza el Nilo.

Llevaba apenas un par de meses en la tierra y mientras buscaba información que la acercara cada vez más a su objetivo, había decidido tomar algunos trabajos que le proporcionaran el dinero suficiente para vivir y llevar a cabo su misión.

La última encomienda la llevó a Egipto, justo a la hermosa ciudad de Guiza. La verdad es que no tuvo tantas dificultades en encontrar al objetivo y devolverlo a s contratante. Así que ahora, después de recibir una buena suma de dinero, la oji verde puede enfocarse unos días en su principal tarea.

Por suerte no tiene que trasladarse demasiado lejos ya que su siguiente pista es justo en la zona de la Necrópolis de Guiza. Su contacto en esta ocasión la citó en la noche, del otro lado del puente, así que ella pudo darse el lujo de admirar el espectáculo en el firmamento.

Una vez que la luz desapareció y la oscuridad engulló los colores, Jyn acomodó su cabello en una gruesa trenza con el flequillo de lado, se ajusta la chaqueta corta que cubre su top deportivo y avanza por el adoquinado puente hasta llegar al lado contrario.

No fueron más de 500 m hasta que llegó al sitio referido. El pelirrojo que la citó aún no llegaba y todo parecía estar bastante desolado. Mete las manos en sus bolsillos, sacando en la derecha una cajetilla de cigarros y de la izquierda un encendedor.
Toma un cigarrillo con los labios, lo enciende, y luego guarda de nuevo la cajetilla y el encendedor. Solo esperará el tiempo que tarde en consumirse el pitillo y después, si no da señales de vida, emprenderá el viaje a la meseta sola.

—Y yo que pensaba que se veía como un profesional… hmph, estúpido pelirrojo. —reniega mientras continúa fumando, ya segura de que tendrá que arreglárselas sola, cosa no tan mala pues no tendrá que pagar ni medio dólar a nadie.

–Oh.. ¡Hola! me concedes un deseo(?