Repentinamente se encontraba justo en frente suyo aquel alto e imponente hombre. Su tacto, justo como él, fue decidido y arrogante, provocando un jadeo escapar de sus labios. La tensión podía cortarse, pero no estaba dispuesto a ceder tan rápido. No aún. Después de todo, esa era la parte más divertida. Su voz, pese a necesitar aclararse la garganta salió con seguridad. — La mosca debió irse en cuanto acercaste tu mano. ¿Acaso buscas una excusa para tocarme? Me temo que me baso en la reciprocidad. — Entonces apoyó la palma contra el abdomen descubierto del menor, dejándola subir y bajar por sus músculos, incluso permitiendo a sus dedos moverse y vagar para trazar las líneas.
Una sonrisa arrogante hizo amenaza de mostrarse, aunque pudo aguantarse las ganas. En su lugar, apenas una pequeña curva apareció en la comisura de su labio, mientras sus manos se iban al filo de su pantalón, fingiendo acomodarlo— No alcanzo a verla, ni modo, pero tú sí que tienes una. Justo aquí —Y así, dirigió sus pasos hasta él, extendiendo su mano directamente hacia su entrepierna.
Tragó saliva por la inesperada acción del dios en frente suyo. En su mente simplemente sonaba "inhala, exhala, respira" en un ciclo. Cuando hubo recuperado la compostura en lo que pareció una eternidad pero no fueron más que simples segundos, respondió. — No, estaba en el pantalón. — Aquello le brindó la excusa perfecta para bajar su mirada de los ojos del rey a su cuerpo y posteriormente su pantalón.
— Ah, mira... —Jaló entonces el borde de su polera, tirando hacia arriba para deshacerse de ella. La sacudió un poco frente a él — ¿Se ha ido la mosca?
