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Rol Privado con Ares.
 
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As1571691 · M
Luego la revelación, el pueblo habitante aclamó con todas sus fuerzas a Ares cuando apareció en un carro tirado por cuatro magníficos sementales blancos. Quienes le rodeaban reaccionaron igual. Las ovaciones, gritos y trompetas resonaron en el ambiente. El Androfóntes, resplandeciente con la túnica y toga púrpuras propias de un general triunfante y con el rostro pintado de carmesí, sostenía un cetro en una mano y una rama de laurel en la otra, sus legiones se quedarían a festejar en en el mundo de los mortales, pero él carro continuaría su trayecto hasta el Olímpo, ya que después de tan exitosa incursión, era menester para el Dios de la guerra reunirse con su padre.

Zeus, necesito que me escuches, esta batalla librada no fue más que una fachada, la información recopilada durante la guerra apunta a la isla de los Bendecidos. Nuestro futuro pende de un hilo.

As1571691 · M
No era de extrañar que los vehículos llenos de monedas de plata y joyas fueran los que gozaron de más éxito. Las filas de animales para el sacrificio. Ganado, ovejas y cerdos que conducían los sacerdotes también fueron bien recibidas. Les cayeron infinidad de rezos para pedir a Zeus que les bendijera. La emoción de los espectadores alcanzó cotas inusitadas cuando aparecieron los primeros prisioneros. Por entre los pliegues de las túnicas se hicieron visibles las verduras podridas, esquirlas de tejas y cerámica para arrojárselas, sin embargo el entusiasmo de la muchedumbre ante la posibilidad de insultar a los hombres de las tribus llegó a su fin cuando aparecieron unos carros lentos y ruidosos cargados de mujeres y niños que se quebraban en llanto. La gente desvió la mirada, pidió un trato benévolo y daba sus oraciones en silencio.

As1571691 · M
Un fuerte repiqueteo metálico anunció la llegada de docenas de carros tirados por bueyes que transportaban las armas y las armaduras de los ilirios que Ares había derrotado. Había miles de lanzas, hachas, espadas y cuchillos, y más escudos hexagonales y cascos de los que se podían contar. Al comienzo hubo una fuerte ovación que poco a poco se fue apagando. Los carros cargados de armas se parecían mucho entre sí. Los aplausos se intensificaron con la siguiente exhibición; carros con mapas individuales de las zonas que había conquistado el Androfontes, y reconstrucciones tridimensionales de los fuertes que había tomado en las colinas de las tribus, así como pinturas de las escenas más espectaculares de la campaña.


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