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ZhenJun · F
Y allí estaba otra vez: esa sensación de ahogo, de querer tomar aire a bocanadas y no poder mas que tomar mustios traguitos entrecortados que hacían subir y bajar su pecho con vehemencia. Piel erizada, ojos entrecerrados apenas mirándolo como si estuviera sumida en un sopor absoluto. ¿Qué clase de dominio tenía el hombre sobre ella, que capaz era de transformar su mutis en uno dulcemente sufrido, ahogado?... Sus palabras fuertes eran un néctar y, a su vez, una condena de dependencia y adicción a su tacto y presencia.
Qué voz. Qué aliento. Qué forma de besarla.
Las manos, pequeñas y temblorosas, trascendieron de estar en calma a arrastrarse por el pecho fuerte del Romano. ¿Su rostro? Ese asintió. Ya era devota de él, y como tal no sería capaz de negarse a su decisión.
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Qué voz. Qué aliento. Qué forma de besarla.
Las manos, pequeñas y temblorosas, trascendieron de estar en calma a arrastrarse por el pecho fuerte del Romano. ¿Su rostro? Ese asintió. Ya era devota de él, y como tal no sería capaz de negarse a su decisión.
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