Cometí el error de acostumbrarme a despertar contigo. ¿Y ahora qué cuando los días en el mismo tiempo y espacio están contados? Promete recordarme en tus tierras. Yo, sin duda, tendré un motivo para recordarte, Romano.
No disculpame a mí, debí golpear la puerta al menos... Estabas en planes de esperar a tu amado y yo aquí de impertinente. Tranquila, te entiendo. Niña, nos vemos, más tarde. -El monje, abre la ventana usando magía y sale por la misma en un haz de luz. Lo que menos deseaba era crearle problemas a la chica, le llamaba la atención que esa guerrera estuviera enamorada.-
(...) Entonces: ¿qué pasaría? - Disculpe, Dios Wukong. Por no estar preparada para una visita suya. Ni en ropas dignas ni con pensamientos dignos. ¿Usted me sabrá entender? Si me permite, saldré al campo a buscarle con prendas adecuadas... -O, mejor dicho, con prendas.- {?}
-Mil pensamientos y preocupaciones comenzaron a "mosquear" sobre su cabeza; primero, claro, en si el Dios la reprendería por su soltura relacionándose con alguien de otra nacionalidad y cultura abismalmente distintas. Por otro lado y la que más la nervaba, era el gen celoso, territorial e irascible del Centurión. ¿Qué iba a pensar de ver semejante escena? Sin embargo había otro detalle que no podía omitirse: Lucio era sumamente, casi obsesivamente, respetuoso y leal a los Dioses. No estaba familiarizado con los de Zhen, pero nadamás ver el aura y el aspecto de Wukong cualquiera sabría entender que estaba en presencia de uno.- (...)
-Se sobresalta cuando la chica, viendo que se cubre hasta la coronilla; rapidamente le da la espalda. Mira el techo incómodo.- ¡Amitabha!. No pretendia asustarte. Es mejor que regrese en otro momento.
-Suelta un grito, cubriéndose hasta la coronilla con aquellas sábanas. Creyó que sólo Lucio estaría cerca, pero la sorpresa que se llevó fue enorme. ¿Qué pensaría el Dios de verla así?.- ¡Dios Mono, en qué mala situación me ha encontrado!
