Sintió el cuerpo más pesado, más tenso en toda su musculatura. No era ese tipo de hombre que se aprovechaba de situaciones, o que ofendiera a una mujer, mucho menos sus votos o compromisos con otro hombre; por ello, negó con el rostro, pasando saliva con espesor ante semejante situación, estaba seguro de no haberse equivocado de habitación, pero el maquillaje en ella le confundía aún, era casi imposible reconocerla, mucho más con esa propiedad en su habla–. ... Lo siento. –Voreno se cubrió parte de la espalda y pectorales con la toalla, no por vergüenza, sino por respeto. Y sin meditar más, se dirigió a la salida de la habitación, evitando mirar a la mujer, no iba a meterse en problemas por algo en lo que no tenía culpa; pues llegó a pensar rápidamente, que esa confusión era obra de Tito, algo había salido mal con los registros.

Pft...-Contiene una carcajada, al ver que éste está totalmente confundido; tanto que ni la reconoce. Por curiosidad se estaba maquillando, arreglándose un poco nada más; ya casi había olvidado cómo lucía pulcra, con telas finas y laca en los labios. Quizás también se había trucado para impresionarlo un poco, pero la reacción de él no había sido la esperada: sino mejor. Así que ajustó la voz para seguir el juego.- Me temo que fue usted quien se equivocó, señor. A mi Señor no le gustará ver a un hombre semidesnudo pululando en la habitación de su mujer. Será mejor que se vaya antes de recibir varios azotes.

Iba saliendo de una buena y merecida ducha luego de tanta inclemencia. Llevaba el torso desnudo, vistiendo solo pantaloncillos cortos, mientras pasaba una toalla por su rostro–. ¿Comiste algo? –No la había visto hacia buen rato; pero al levantar la mirada se quedó perplejo, siquiera la reconocía–. Perdone, creo que se ha equivocado de habitación –Dirigió un Voreno formal y educado, en verdad que no la reconocía.