Permitió los toques en su cabellera. A decir verdad, las manos de Zareth podían ser amables, a diferencia de la brusquedad que había recibido una vez. No dejó de mirarla, pacífica hasta en su respirar.

— Lo hiciste. Al parecer, sin intención de darme una lección pero contigo he aprendido sobre emociones, más que con Gregory. Por eso te estoy agradecida.