(...) Zora se acomodo colocando sus pies en el suelo jalando aquellas piernas de la rubia. De esa forma la levantó por sus caderas para colocarsela en su hombro.
— Te dije que me estabas haciendo molestar... Haz caso cuando te advierto de mi.
— Hahaha cariño... Que te diga que eres una perra no debería ser un insulto para ti ~
Recostó su menton en el centro de esos prominentes pechos mirando aún con esa seductora mirada a la rubia.
— ¿Y quién te está sacando eso Vanya? Oh... Estoy agradecida contigo por brindarme tu hogar, techo, cobijo, cobijas, todo. Creo que te estás desviando del tema...
Levantó su menton para ahora ella apoyar su pecho en los contrarios, dejaba caer su peso encima de ella quitándole un poco más de aire.
— Tu corazón late tan fuerte... ~ Vanya lo que me molesta es que te pida caricias... Algo simple como esto...
Llevo la mano de aquel cuello soltandole para acariciar con cuidado aquellos cabellos rubios que se despegaban por todo el escritorio.
— Solo era eso... ¿Te duele dármelo?
Volvió a brindar unos suaves besos a esos labios, amaba besarlos pero respondería aquella pregunta.
— Creo que debemos hablar de esto en otro lugar...
La risa ajena pareció un ataque de histeria repentina; Vanya retuvo la respiración al darse cuenta de que empujarla no estaba dando resultado. A pesar de ese hecho, no dejaba de resistirse arrugado el ceño, reflejando su potente disgusto con ese rostro que siempre lucía relajado y perfecto.
Con su espalda sobre la madera del escritorio buscaba deslizarse hacia atrás, alejarse de ella inútilmente, incluso si sus muslos ejercían fuerza en contra de Zora.
— ¿Soy...una perra contigo? ¡Te he dejado permanecer aquí, conmigo! Yo te cedí esta habitación para tu comodidad y te brindé mi compañía, pero tú me...
Fue silenciada por esos labios hambrientos de un beso. La rubia emitía quejidos ahogados por esa pasión de Zareth, nunca la habían besado con tal sentimiento. No podía respirar, se estaba nublando su mente y por eso se esforzó en detener la unión de sus bocas, moviendo la cabeza lo que pudo.
— Tenías razón, no eres como él... Tu me consideras una posesión sin reclamar. ¿Quie
No pudo evitarlo, las acciones de la rubia, su súplica, su desespero, era algo tan natural, tan genuino. Había roto esa pared de señora fría que le aplicaba, ahora la rubia pedía clemencia ante los actos de Zora, no podía, le daba mucha gracia la situación, lo disfrutaba, disfrutaba ver cómo aquella mujer se retorcía en sus brazos. Los empujes hacia la platinada le daban más cosquillas, su cuerpo en realidad estaba como una pared, fuerte y dura. Estaba aplicando una miseria de su verdadera fuerza, Vanya lo notaría.
Esos besos se convirtieron en una larga lamida en su cuello hasta su lóbulo.
— Deja de comportarte como una perra conmigo... Me he portado demasiado bien contigo Vanya... Demasiado... Solo pedí un poco de cariño con tus hermosas manos. No pudiste hacer esa mierda ¿Verdad?
Ahora era aquella mujer quien quería maltratarla de forma erótica y sin embargo se contenía.
Nuevamente estaba gélida, incapaz de moverse como cada vez que Zareth decidía arremeter contra ella. Sus dedos mantenían la presión, escuchándola hablar. Pero ésto termina cuando Vanya la suelta, usando las manos que pesadamente se posan en los hombros de la mujer con desmedida fuerza para apartarla.
— Detente. Deja de hablar, apártate...
Sentía que su corazón podía dañarse por la velocidad de los latidos, y en algún momento, iba a dañar la piel de Zora con sus uñas. Estaba acalorada, confusa, enojada por sobretodo; odiaba que esa criatura fuera escalando en sus actos, cada vez más atrevidos hacia ella. Su forma de besarle la piel era una alarma.
— ¡No te molesto! ¡No importa qué actitud tenga hacia ti, actúas sin razonar! ¿Qué estupidez...intentas ahora?
(1/2) Se inclinó en el agarre de la rubia que aún no le soltaba, podía oler su aroma en su cuello y en sus pechos. Su nariz se deslizo desde el centro de sus senos hasta sus labios para hablarle.
— Pero no... prefieres molestar a la bestia...
Amable dejo besos lentos y eróticos en aquel cuello bajando por el medio de su torso.
Menciona como si se hubiese ofendido, su mirada se perdió por un momento en las piernas que mostraban piel por la posición en la que estaban. Se desliza al mismo tiempo en que la vestimenta contraria caía mostrando un poco más de la tes ajena. Nuevamente su atención vuelve al rostro bonito de la ajena.
— No quiero que me sueltes, te di una advertencia y la omitiste, problema tuyo.
Aprieta más ese cuello sin hacerle daño, era más un apretón placentero con la fuerza que aplicaba firme. La mujer atrajo con su mano libre por la cadera a la rubia haciendo chocar su zona íntima hacia la pelvis contraria de la albina.
— Tu maltrato me enloquece Vanya... solo te pedí cariño, algo tan sencillo como acariciar una cabeza amigable de un perro.
Posaba su mirada en la ajena, había cambiado mucho, era una sensual, rasgada y segura de lo que quería, tenía a Vanya de presa y lo manifestaba al verla de esa manera.
Se inclinó en el agarre de la rubia que aún no le s
La sorpresa de sus actos le hizo retener la respiración. Zareth no sólo era rápida, también era fuerte y lo comprueba por cómo la carga y mueve a su antojo, como a una muñeca.
— Tú eres quien me molesta con peticiones absurdas...
Estaba en calma, su expresión serena y apacible a pesar de tener esa mano en su cuello. No tenía miedo, ni una pizca de temor hacia Zareth.
