Apretó sus labios, había elegido muy mal sus palabras y eso había desencadenado en su amada la inseguridad, Zareen respiró y la rodeó con sus brazos con firmeza, quería decirle que jamás la dejaría ir. — Rosie...— le llamó como solía hacerlo de cariño, cuando nadie más miraba o escuchaba. — Jamás confiaré en que soy indestructible, porque ante todo soy tu escudo y espada, uno que debe conocer sus límites para no romperse enmedio de una batalla difícil...— apoyo sobre la cabeza de Rosé su mentón y cerró sus ojos. — Tendré cuidado, siempre...—