—Promesa—. Al sentir ese pequeño apretón, suspira y es ella quien lo besa tiernamente en los labios.

—¿Promesa? —sus dedos estaban entrelazados pero el decidió apretar su mano un poquito.

—No debería darte pena... Me gusta que me beses—. Apega su frente a la contraria para quedar muy cerquita de él. —Eso es algo de lo que jamás me cansaría ¿Sabes? De tus besos—. Ahora es ella quien se sonroja pero aprieta suavemente la mejilla de su chico.

—Es que me da pena… —ladeo su rostro, aunque al estar tan cerca ella notaría su evidente rubor. —No quiero que te canses de mi si te beso mucho. —entonces infló una de sus mejillas de manera casi cómica. ¿?

Entrelaza sus dedos con los suyos y ríe recibiendo sus besos. —¡Mentira! Me llenas de besos el rostro pero no los labios—.

—Falso. —murmuró antes de darle muchos besitos en sus labios. —¡Si yo siempre te estoy llenando a besos!