— Podrías hacerlo si tienes el valor de enfrentarlo.

—No creo que indudable, pero suena coherente. Aunque mi destino ya está escrito y no hay manera de cambiarlo. Ya lo acepté—.

— Eres como un recién nacido, estás volviendo mis palabras una ley indudable. Debes ser más expresiva y contraproducente.

—Tienes razón, cada uno hace su destino. Es cuestión de determinación y de a donde queremos llegar—.

— El destino lo labras tú no un papel escrito quien sabe por quién, ellos labraron su camino los que realmente estamos en un pasaje somos los que nunca movemos un dedo por nuestros ideales.

—Es que es bastante difícil alcanzar un punto medio. Todas las personas que mencionaste es porque tenían claro su destino y lo que tenían frente a ellos, sabiendo eso fueron capaces de conseguir un punto medio; pero la mayoría de nosotros no logramos alcanzarlo—.

— Monjes, budistas, grandes guerreros de la historia han alcanzado ese punto medio; no por nada son recordados. Deberíamos alcanzar ese limbo, pero somos uno u otro nunca el punto medio.

—Creo que equilibrio suena bien... Pero no hay personas que lo tengan. O aman la oscuridad o la odian pero nunca es un punto medio—. Se quedó un momento pensativa, tratando de recordar si había conocido a alguien que estuviese en un punto medio.

— Equilibrio, quizás... ¿Habría otra palabra para algo como eso, debes meditarlo.

—¿Y que sucede si tienes ambas? ¿Amor y odio?—.