; Y como soy malo hasta aquí llegó su rol.(?) mp, mp, mp.!

Después de esa confesión no puede coordinar las palabras, pues su adorado escritor se estaba encargando de borrarle las palabras de la mente mientras se dedicaba a memorizarla con las manos. Ya no llevaba más ni la manta ni el abrigo que llevaba antes, mordió su propio labio mientras los de Ulises recorrían su piel desnuda con besos lentos y cálidos, haciendola suya muy a su manera.

—Te quiero... Te quiero más que a nada...—. Susurra un poco agitada pues sus manos comenzaban a tomar rumbos diferentes algo que ella deseaba con todas sus fuerzas, los dedos de Scarlett acarician los botones de su camisa abriendola con lentitud mientras lo mira, nota ese mismo deseo en él.

Escucharla pronunciar ese dialecto y el significado escondido aceleran su corazón y ese misterio deseo de tenerla para él. Conserva sentido común pero era caótico, la deseaba como a nada en el mundo, acariciando la piel desnuda en las caderas, detrás de la espalda donde el abrigo de la ropa íntima le cubre y que él libero, agitado por su instinto se inclino a besar la desnudez de Scarlett consumiendo cada espacio visible con el tacto de sus labios. —Me encantas Scarlett... Te quiero, te quiero para mi. — Suspiro profundo enterrando el rostro entre en cuello, paseando las manos por los omóplatos hasta la cintura, de nuevo por la espalda y sus labios más sumidos en la clavícula hasta el borde desnudo del torso de izquierda a derecha repasa con sus labios todo lo que está a su alcance. Se detiene, porque quiere mirarla y estar seguro de que ambos, ambos desean llevar su amor hasta el fin del mundo.

Estaba sorprendida que su Galés estuviera intacto pues nunca lo había usado desde que era pequeña. Mordisqueaba su propio labio mientras sus labios avanzaban por su cuello, besando cada centímetro, dejando marcas que difícilmente la rubia olvidaría; el calor de sus manos la hacía estremecer pues las sentía como fuego, ansiaba sentirlo acariciar cada centímetro de su cuerpo. Sonreía con sus besos, él era diferente, suspira pesadamente cuando le muerde el labio. —No fue más que la verdad, te quiero.—. De nuevo volvia a besarlo, reafirmando aquellas palabras. Mientras besaba su oreja cerró los ojos echando un poco su cabeza hacia atras. —Rwy'n cwympo mewn cariad â chi...—. Su corazón se aceleró así como su respiración. —Estoy enamorada de ti... Eso significa—.

Era la primera vez que ese idioma pasaba por sus oídos, una nostalgia lo embriaga hasta la médula y siente un cosquilleo en su estómago. No detiene sus besos que avanzan con cuidado por el cuello marcando cada espacio visible de esa piel una, otra vez y otra más, la mano libre repasando la cintura y de nuevo se encontró frente a ella besando su barbilla, las mejillas y esos labios atrapando el inferior. — Sentí que eso fue un te quiero muy... Pero muy hermoso. — Repaso esos labios en más de una ocasión, volviendo a ladear el rostro por el oído besando su oreja y el lóbulo.

Tantas emociones, tanta ambrosía por poseer lo que ella es en esta vida. Besar cada parte suya y conservar la inocencia de una infante que aún alberga.

No iba a separarse tan pronto de él, quería disfrutarlo cada día que les permitieran estar juntos. Besarlo, tocarlo, abrazarlo era lo mejor del mundo para ella; esperaba que con cada gesto que tenía hacia él supiera cuanto significaba para la rubia. —Me atrapaste—. Fue lo único que dijo pues esas caricias en su cabello la mantenían bastante distraída.

Al estar sobre él, le fue sencillo quedar sobre su regazo; rodeó su cuello con ambos brazos mientras cierra los ojos y suspira, siente sus manos directamente sobre su piel y eso ocasiona que la respiración se le acelere además de que logra erizarle la piel. Mientras le besaba la clavícula se inclinó para hablarle al oído. —Rwyf wrth fy modd i chi, Ulises—. Nunca hablaba su idioma natal, pero él se merecía escucharla hablarlo y que lo primero que escuchara fuera un te quiero.

La atrapaba con su cuerpo sin dudas , no dejaría que nadie eclipsara la unión que tenían en ese entonces. Cada beso y el contacto, lo caliente que se sienten sus abrazos y lo suave de sus besos; un conjunto de lo que ella es le hace estar seguro, de que estar con ella era una fortuna. — A ningún lado, porque me voy contigo. — Caricia tras caricia define las hebras doradas, haciendo círculos con sus dedos en zonas aleatorias de su cabeza.

Cualquier cosa por ella, por su bien y su felicidad. Se levantó con ella entre sus brazos ambos uno frente va al otro, colocando el brazo derecho a través del largo de la espalda donde admira la razón por la cual le había cubierto, pero que sin dudas su alma gritaba por consumir cuando inclino el rostro y beso esa clavícula. — Y si te quedas toda una vida, te daré helado.

¿En qué momento había sucedido que ya estaba totalmente encandilada por él? No habría algo que no pudiera hacer por él, para verlo feliz y para protegerlo, cada día ese sentimiento alojado en su corazón iba haciéndose más y más grande, adoraba besarlo pues con Ulises; un beso la llevaba más allá del cielo. —Prometo quedarme a tu lado hasta que el mundo nos lo permita—. Acaricia con ternura sus cabellos, dejando cortos besos sobre esos labios que tanto adoraba y esas caricias sobre su propio cabello la derretían, si pudiera congelaría el tiempo para permanecer así. —No me dejarás ir ¿Verdad?—. Sonríe con ternura al sentirse envuelta por su pierna además de ser prisionera de sus brazos.

Su voz, sus gestos y cada pequeña cosa por diminuta que fuera le hacía sentir en el paraíso. Una conexión fuerte desde el primer momento en que la vio, como se desarrolla ese sentimiento a través del tiempo y el tacto. Los besos de Scarlett lo elevan hasta las nubes que la sonrisa sobre sus labios aparece cuando la escucha. — Quédate conmigo hoy ... Mañana y hasta donde nos sea permitido. — Susurra por lo bajo, ocultos sobre esa manta. Rosando sus labios una y otra vez, acariciando con ternura entre sus cabellos. Movió una de sus piernas para envolverla y esa vez, juraba que no la solitaria ni que volvería a sentirse desolada.

Lo besaba con mucha lentitud, con cariño y con todo eso que estaba comenzando a sentir por él. En cuanto lo conoció y tuvo la oportunidad de hablar con él, le encantó... No sólo él sino la manera en que la hacía sentir, podría besarlo por horas con tal de disfrutar de esos suaves y dulces labios que respondían con cariño a su beso. Estaba fascinada con ese gesto que era común en él: enredar sus dedos entre su cabello tras la nuca, adoraba ese gesto, susurró bajito contra sus labios. —Muy bonito. Yo... Siento mucha seguridad cuando estás conmigo, mi dulce escritor—.