© Cʟᴀɴ Bʀɪɢʜᴛʟʏ • ₂° Pʀɪɴᴄᴇsᴀ • Nᴏ ᴅʀᴀᴍᴀs • Nᴏ ɪɴғ. ᴘᴇʀsᴏɴᴀʟ
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SaintGermain · 31-35, M
“Despierta basura!! Despierta… ¿O seguirás ahí dormido?” Pudo escuchar aquella voz resonar en su mente, animándole, o mejor dicho presionándole a levantarse pues esta la escuchaba en un tono realmente agresivo “…Tenemos trabajo que hacer.”
Poco a poco recobró la conciencia, al percibir el frío que azotaban las montañas de aquel sitio, sus sentidos sufrieron impulsándole a abrazar su torso y retorcerse de dolor; pues yacían diversas heridas en su cuerpo, mismas que hacían la piel mas sensible a tan extremo clima. Su respiración era agitada, podía notarse a través de una nubecilla que aparecía y desaparecía frente a su boca.
Logró con esfuerzo levantar su cuerpo que se encontraba enterrado sobre una capa no muy pesada de nieve... titubeaba bastante al sostenerse sobre sus cuatro extremidades, ya que el viento azotaba inclemente las cumbres de las montañas. Su azulada cabellera, que era despeinada, mostraba un hilo de sangre se escapaba de la comisura derecha de sus labios y descendía sobre su fina y blanca piel hasta su mentón, mientras otro más grueso se escapaba de su sien izquierda y cubría su rostro hasta alcanzar su pómulo. –¿Qué sucedió?... ¿Dónde estoy?–Se preguntó a si mismo pudiendo notar que se encontraba al menos en las laderas de alguna montaña.
Finalmente, pudo erguir su cuerpo de nuevo ya que lo mas conveniente era descender al pie de la montaña aunque solo había un inconveniente... estaba débil, tan débil que el sobrevivir al descenso era una tarea titánica. Sin ninguna otra opción avanzó... numerosas veces sus piernas en conjunto con su debilidad le traicionaron y le hicieron caer por los bordes hasta dejar que la nieve amortiguase sus caídas, otras veces solo resbalo hasta sostenerse de alguna afilada roca la cual no resistía al sostenerse al usar los guanteletes de una ligera armadura que portaba.
Transcurrieron algunas horas hasta que pudo llegar a las faldas de aquella elevación con prontitud gracias a un descuido y su debilidad, lo cual le hizo resbalar por ultima vez hasta caer de manera incontrolable; arañando aquel rostro lleno de suciedad, incrementando sus heridas y agotando su resistencia. –Ungh… !! – un quejido se escapó en cada golpe, hasta llegar a un pequeño claro de las faldas de la montaña que amortiguaron y detuvieron su caída dejándolo inconsciente.
Poco a poco recobró la conciencia, al percibir el frío que azotaban las montañas de aquel sitio, sus sentidos sufrieron impulsándole a abrazar su torso y retorcerse de dolor; pues yacían diversas heridas en su cuerpo, mismas que hacían la piel mas sensible a tan extremo clima. Su respiración era agitada, podía notarse a través de una nubecilla que aparecía y desaparecía frente a su boca.
Logró con esfuerzo levantar su cuerpo que se encontraba enterrado sobre una capa no muy pesada de nieve... titubeaba bastante al sostenerse sobre sus cuatro extremidades, ya que el viento azotaba inclemente las cumbres de las montañas. Su azulada cabellera, que era despeinada, mostraba un hilo de sangre se escapaba de la comisura derecha de sus labios y descendía sobre su fina y blanca piel hasta su mentón, mientras otro más grueso se escapaba de su sien izquierda y cubría su rostro hasta alcanzar su pómulo. –¿Qué sucedió?... ¿Dónde estoy?–Se preguntó a si mismo pudiendo notar que se encontraba al menos en las laderas de alguna montaña.
Finalmente, pudo erguir su cuerpo de nuevo ya que lo mas conveniente era descender al pie de la montaña aunque solo había un inconveniente... estaba débil, tan débil que el sobrevivir al descenso era una tarea titánica. Sin ninguna otra opción avanzó... numerosas veces sus piernas en conjunto con su debilidad le traicionaron y le hicieron caer por los bordes hasta dejar que la nieve amortiguase sus caídas, otras veces solo resbalo hasta sostenerse de alguna afilada roca la cual no resistía al sostenerse al usar los guanteletes de una ligera armadura que portaba.
Transcurrieron algunas horas hasta que pudo llegar a las faldas de aquella elevación con prontitud gracias a un descuido y su debilidad, lo cual le hizo resbalar por ultima vez hasta caer de manera incontrolable; arañando aquel rostro lleno de suciedad, incrementando sus heridas y agotando su resistencia. –Ungh… !! – un quejido se escapó en cada golpe, hasta llegar a un pequeño claro de las faldas de la montaña que amortiguaron y detuvieron su caída dejándolo inconsciente.