Yuukikonno1561623

Golpeó con todas sus fuerzas y…Zekken aun estaba en pie. Kirito pensó en que quizás debió cargar el ataque antes de liberar su fuerza pero no tuvo tiempo para repasar en sus errores.

—¿Qué? —Kirito abrió los ojos con leve sorpresa. No era una arrogancia de subestimar al oponente, pero con aquella estatura y esa armadura, ¿Acaso este niño realmente era de los que pensaba que todo esto era solo un juego? Un reto abierto que pondría en riesgo tu barra de vida por una supuesta recompensa. Tal muestra de inconsciencia le resultó molesta—. Como quieras.

Decidió pasar con otra estrategia. Kirito observó los pies de su contrincante. Leer sus pisadas le darían una pista del lugar donde atacaría, pero de repente un brinco lo desconcertó. Rápidamente tomó una posición defensiva y se cubrió con su espada.

Esto era increíble, aunque Zekken era muy pequeño, sus ataques se sentían como los martillazos de un Minotauro. Hincó la rodilla para tratar de absorber el impacto lo más que podía.

—¿Realmente eres un niño? Tienes demasiada fuerza —Kirito apretó el mango hasta el dolor y con un gire trató de aprovechar la longitud de su espada para ganar distancia. Retrocedió hacia atrás y jadeó ante la imprevista dificultad. Kirito entonces pensó en jugar un poco sucio—. Hey, mocoso, ¿eso es todo lo que tienes? Creo que el que debería atacar con todas sus fuerzas eres tú, BLEH.

Un poco inusual en él, pero Kirito sacó la lengua de forma infantil y llegó hasta clavar la espada en el suelo en un acto de provocación barata. Era una muestra de que se estaba divirtiendo.

[code]Desde que Nanami se convirtió en Diosa de la tierra su vida haba dado un giro de 360°, llevaba consigo la responsabilidad de honrar el templo Mikage y llevarlo hasta lo más alto, “la cima” dando a entender que todos los demás Dioses, seres celestiales o demonios, ¡estaban equivocados!, claro que una humana podía con cualquier situación, ya no se consideraba “inútil” sino que buscaba la forma de mejorar siempre, así fuera a pasos pequeños. La ayuda de Tomoe, Onikiri, Kotetsu y posteriormente, Mizuki y Mamoru. La tan deseada familia que siempre anhelo y contuvo como su mayor secreto, estaba ahí, justo delante de ella, apoyándola, haciéndola experimentar emoción tras emoción y sentimientos que ni de cerca experimento por la ausencia de su padre. Sus días eran más brillantes, ahora pasado un año del ultimo festival en el templo, Nanami era más comprometida a sus tareas, mas madura emocionalmente hablando aunque, aún costaba pero eso no desmeritaba su esfuerzo.
Había invitado a sus fieles al templo con carteles que Onikiri y Kotetsu le ayudaron a pegar en postes, también había heho invitaciones en general pues, eso ayudaría a que más personas le conocieran. Fue entonces donde invito a Yuki, quien emocionada había respondido que acudiría.
¡Será fantástico! Ya hace un año que me uní al templo como Diosa, este año planeo hacer un doble esfuerzo con mi danza y mi atención especial ¡A todos sin faltar nadie!
Diría con el entusiasmo latente en sus palabras. No hasta que Tomoe, su primer guardian y protector rompió la dulce burbuja de la castaña

¿Sí? Y dime… ¿Ya ensañaste para este año o será que será tan malo como el anterior?
Nanami frunció el entrecejo. Su respuesta no se haría esperar.
¡Oye tú! ¿Qué dices? ¡Ya estoy trabajando en ella!
Mintió para no verse en desventaja contra el Youkai. Sin más salió de la habitación gruñendo y fingiéndose indignada, pues sabía que lo hacía para molestar solamente. Fue entonces que algo en la entrada llamo su atención.
¿Eh?
Unos artilugios digitales, de aquellos que la Diosa no podría comprar por sus limitaciones y ni pensar en tomar de las limosnas que los fieles en gratitud dejaban. Sorprendida corrió a ver, hasta que se acuclilló, observo la nota y sorprendida entre oraciones, ladeaba su rostro para poder apreciar tanto AmuSphere y La sonda de comunicación. ¿Cómo todo aquello era posible?
¿Y ella entrar en aquel mundo virtual del que solo había oído hablar? Ya se podía sentir, Tomoe reprobando aquella situación, pero, ¿Era parte de su trabajo no? Conocer a sus fieles y ver todo aquello desconocido, además, si utilizaba dicho dispositivo, no estaría saliendo del templo técnicamente.
¿Yuuki? – Se posicionó frente a lo que Nanami percibía como una cámara. - ¿Estás aquí? ¿Quieres.. verme? - Inquirió con voz suave, curiosa ante todo. [/code]

—Que decepción, solo habían consumibles en aquel calabozo. Ningún arma que se pueda vender —Con un suspiro de hastío, Kirito caminaba por las calles de la zona segura. La muchedumbre que rodeaba a una sola persona se había vuelto un escenario muy común. El jugador conocido como “Zekken” volvía a llamar la atención. Se decía que tenía un objeto muy valioso, aunque para él no era de suma importancia—. Otra vez.

Kirito se detuvo y contempló a aquella pequeña silueta de caballero. ¿Era acaso un niño? Por un momento se compadeció de que acabara atrapado en SAO. Los primeros días, Kirito atribuyó la audacia del muchacho al despreocupe infantil pero pronto, la presión social de la gente que llenaban de elogios al talento con la espada de “Zekken” empezó a hacer efecto en él. Dicen que no sueles prestarle atención a algo hasta que todos a tu alrededor hablan de ello, y eso fue lo que ocurrió con Kirito. Pasó de simplemente observar a estar ahora a unos cinco metros de distancia con una de sus espadas desenvainadas.

—Atacaré ahora. —Anunció. No quería abusar de la diferencia de edad para obtener ventaja así que avisar de ataque era una forma de equilibrar la balanza—. ¡Ahí voy!

Los jugadores a su alrededor contuvieron la respiración pues Kirito se movió con tanta velocidad que dio la impresión de desaparecer por arte de magia. Segundos después, se hallaba delante de Zekken y sin esperar mucho, dio el primer golpe con su arma. Aunque sea un niño, no se contendría. Realmente no estaba muy interesado en el objeto valioso, podía pensar que se trataba de cualquier cosa. ¿Habilidad única? Podría ser, pero en ese momento Kirito solo intentaba sacarse esa espina de curiosidad que le atormentaba por varios días.