—Deberia... ¿O qué? ¿Qué vas a hacerme si me entrometo demasiado?— Divertida terminó por acomodar un mechón de ese suave cabello albino. —Eso no cambia el hecho de que seas una criatura despiadada, pero es parte de tu encanto, supongo.— Dejó escapar un suspiro, casi nostálgica. —Esa niña, sin saberlo, firmó su sentencia de muerte cuando puso sus ojos sobre ti. No se imagina que ni siquiera sobre su tumba llorarías una sola lágrima por ella... Orochi, debería decírselo. Nadie merece eso.— Finalizó con una falsa preocupación.
Rodó la mirada al escucharla hablar sobre eso. ¿Realmente creía que le iba a importar?. Orochi resoplo e indiferente le miró mientras acariciaba su mejilla. — No comprendes otra cosa que no sea el amor, deberías mantenerte al margen de las cosas que jamás vas a entender. —
—Quizás para ti no lo sea, pero para ella... Puedo decirlo porque si alguien sabe de amor, esa persona soy yo.— Aunque sus palabras eran de reproche, su tono era por demás una burla. —Pobrecita, ha sufrido tanto, para que alguien como tú llegue y la engatuse con sus palabras insidiosas. Que cruel eres.— Se acercó, acariciando la mejilla de la dragona al deslizar la uña de su índice sobre su piel.
— No es una historia de amor, Ahri. — Sonrió ladina y suspiró pesadamente, ajusto la corbata y se estiró haciendo sonar un poco sus huesos. — Todo lo que se relaciona conmigo, termina en sangre. Debes saberlo ya. — ladeó su cabeza un poco, mirando curiosa a Ahri. — Huh...lamento arruinarte el final. —
—¿En ti o en tu cachorra?— Cubrió sus labios para ocultar una risa. —No se, supongo que ambas me resultan divertidas y me da curiosidad ver si su historia tendrá un final feliz o sangriento.
