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YuiK1533361 · 26-30, F
Inverosímil también era que aquellas dos bestias se compararan con una monstruosidad como lo era ese regente infernal. Entre el límite de lo real y lo divino, cruzaron ese trecho de cuerda floja caminando sin traspiés. De la boca de la nipona manaron breves susurros cuando los árboles tupidos y salvajes, tenuemente delineados por la ligera nevazón, ocultaron a ambos humanos, ya lejos de Dominus y de sus jurisdicciones energéticas.
— Vamos a casa, aunque yo ya me siento en mi hogar.
— Vamos a casa, aunque yo ya me siento en mi hogar.
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