━ Pasaré el resto de la tarde a tu lado━

Y es qué resultaba ser tan responsable que podía darse ese tipo de lujos, trabajaba fuertemente para tener tiempo a solas con su adorada maga. Así dejo que le tomara del brazo y cargando los frutos guió sus pasos hacía su lugar de descanso; conformado por unos asientos grandes y cómodos de exquisita cojineria, palmeras daban sombra al sitio qué daba una gloriosa vista al río.
Allí, colocó el canasto sobre la mesa y tomo asiento mientras soltaba un suspiro.

No pudo evitar reír dulcemente tras el primer comentario, orgullosa ante la mención que hacía relucir su inteligencia por sobre su fuerza física, nada que le molestase realmente. Así, buscó hacerse del antebrazo ajeno, sujetándose suavemente.— Iba a buscarte, me has acortado el camino. —comenzó a caminar a paso calmo, notándose su rostro más vibrante ante la sincera y candorosa sonrisa que surcaba por sus labios.— ¿Me acompañas ésta tarde? —volteó a mirarle con los ojos aún más dulzones, su estadía en Heliohapt había logrado un vínculo más amable con él, más estrecho y apegado; ambos habían crecido ya lo suficiente como para seguir inmersos en las constantes peleas de antaño.

— La magia no tiene aprendices fuertes, pero sí muy listos — Aseguró tomando entre las manos el canasto, esta vez no se sintió ofendido por las palabras de la maga, estaba más que acostumbrado pero más que eso su formación como Faraón le había enseñado a controlar palabras e incluso gestos inapropiados. — ¿Hacía donde ibas?— Cuestionó observandole directamente a los ojos con los propios brillantes de felicidad.

Ya estaba lamentando el destino de aquella manzana, asumiendo que rodaría por el piso del corredor; no obstante, un repentino salvador se hizo presente, no era nada y nada menos que Sharrkan.— Bueno... Eso es porqué no soy una bestia que blande espadas. —respondió sin pensárselo demasiado, más impulsiva, al menos hasta dejar el canasto en las manos ajenas, valiéndose de esa cercanía para mirarle a los ojos fijamente.— Y por eso es que nos complementamos. —sonrió, cerrando los ojos ante la peculiar muestra de cariño en sus palabras con él.

Por suerte logró atrapar aquella manzana entre la mano, caminaba cerca de ella y le dió mucha felicidad verle así vestida, en actividades más simples y que las disfrutaba — No deberías cargar tantas, no tienes mucha fuerza— dijo tras ofrecer sus manos para llevarle el canasto.