-No, mi infierno no frenara hasta que te incinere a base del pecado aquí mismo-Se deslizo con mayor peligro sobre sus piernas rodeándolo como nunca. Aprisionando su cuerpo bajo el suyo llevo sus manos a tomar de aquel rostro para encararle su mejor sonrisa. Lamentablemente no le podía ver. Rio con picardia sellando sus palabras en un egoísta beso. Uno húmedo que encadenaría sus acciones. Esa tarde haría del momento un real viaje hacia el centro de la tierra.
