—En el tiempo que se habían conocido, hasta la fecha actual, las cosas entre el vampiro y el dragón habían prosperado de forma maravillosa. El dragón jamás pensó que fuera posible ser tan dichoso, parecía que todo su cruel pasado había desaparecido finalmente y, como nunca antes, se sentía más seguro al saberse protegido por él. Fue el grado tal que, aún con el ligero temor de lo desconocido tras años de encierro, finalmente aceptó salir de su refugio y conocer el mundo que el vampiro le pintaba, compartiendo con él gratos momentos hasta ese día (...)
—Sonriendo, le dejó un pequeño beso en la nuca, continuando con el masaje un poco más hasta aquel lo consideró prudente, soltandolo y volviendo a abrazarle.—
—Me gusta, mi cuerpo comienza a relajarse — Mantenía los ojos cerrados mientras el dragón seguía masajeando sus hombros, sentía claramente cómo la tensión en su cuerpo desaparecía lentamente.
—Musitó suavemente, riendo leve por las ocurrencias del vampiro ante ese tipo de comentarios, continuando su masaje que, a pesar de ser sumamente delgado y verse tan dócil, podía presionar con cierta fuerza, la suficiente para atenderlo debidamente.—
¿Te gusta? No soy experto en masajes pero... se te nota tanta tensión en la espalda~
Por un instante tomó control de aquel beso, uniendo mas sus labios con los ajenos, sin de mira alguna su lengua ingreso al interior de su boca palpando su interior, no le duro mucho el gusto cuando su dragón se vio con ma necesidad de separarse, paso una vez mas su lengua sobre esos labios antes de que el dragón se colocara nuevamente a su espalda. —¿No crees que seria una buena forma de morir? — Dijo bromeando mientras recibía aquel suave masaje, di buscaba relajarlo, lo estaba consiguiendo. —Eres bueno con las manos, amor—
—No era muy usual para él llevar el control de besos tan demandantes, pasionales, sin embargo trataba de aprender más y más del contrario, de poder complacerlo y quitarse poco a poco la timidez, aunque no era fácil. Cuando profundizó el beso, le dio totalmente el control, volviendo a quedar sumiso a su merced, sonrojado y respondiendo con gusto, hasta que le fue necesario separarse por recuperar el aire.—
Un día me vas a matar de esos beso, amor~
—Musitó divertido, aunque había algo de verdad, dejándole uno más dulce y pequeño, terminando por alzarse para volver a sus espaldas, comenzando a darle un suave masaje.—
La mano del dragón se sintió bien sobre su fria piel, quizás el que así fuera era porque de quien recibía esa caricia, venia de su amado dragón, albergó esa mano sin alejarla de ahí y de nuevo escucho sus palabras con aquella dulce y armoniosa voz. —Esta bien, haste cargo de mi— Musito correspondiendo después a su demandante beso, resultando algo gracioso viniendo del mismo dragón quien siempre se mostró tímido. Se inclino hacia enfrente, profundizando mas el beso.
—Al separarse apenas del beso, lo volvió a mirar fijamente, escuchándolo y sonriendo, bajando las manos a acariciar su torso por la abertura de las telas.—
Está bien, pero... aún así, déjame que yo te quite ese mal semblante que te dejaron encima ¿si?~
—Murmuró, antes de sentir su lengua y volver a besarlo, esta vez de forma más demandante y profunda, sabiendo que la dulzura no era del todo gusto de su pareja.—
Lo escuchó atento mientras su mirada penetrante y carmesí se mantenía en el rostro del dragón, con su mano izquierda acaricio la base de su cabeza hasta colocarla en su nuca recibiendo ese pequeño beso del dragón, no permitió que su rostro se alejara más al término de esa gierna acción. —Un idiota me hizo enfurecer, pero mañana arreglare ese asunto con él — Susurro sobre los labios ajenos, pasando luego su lengua sobre estos.
—Musitó suavemente, terminando por acomodarse sobre su regazo, sonriendo y acariciándole las mejillas con calma, mirándolo con el sumo amor que tenía hacia él.—
Mi adorado Caín... Sabes que no puedes ocultarme nada, aún si lo intentas. Ven, déjame mimarte un poco~
—Se alzó lo suficiente para rozar sus labios suavemente antes de robarle un pequeño beso.—
No quería agobiar a su dragón con los problemas que lograban enfurecerlo, menos en ese momento, en el cual los dos podían estar juntos en completa soledad. Su bella presencia ya lograba calmar su ira, sentirlo sobre su espalda le saco una sotil sonrisa, rápidamente, con habilidad, término recostando en sus piernas. —Sabes que tu compañía me tranquiliza, me trae paz. . . amo estar contigo Fei—
