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-Había prometido visitar al afable azabache, llevando consigo una pequeña cesta con algunas galletas, panecillos y pan al vapor que recién horneo, sin embargo, cuando cruzó el camino rodeados e árboles de cerezo y grandes planicies de verde pasto, vió una enorme cuenca de aguas cristalinas. Nunca había ido tan de cerca a ese lugar, pero antes de llegar con Xiao, no pudo evitar acercarse a las cristalinas aguas, como también, retirar su calzado dejando a un lado la canasta y adentrando sus pies, comenzando a mover de éstos con singular alegría.- -Qué fresco... -Mencionó quedándose en la orilla.-