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—Nuevamente esos sueños, casi podía sentir su aliento, su tacto, uno tan lejano que parecía nunca haber sucedido y, a la par, anhelaba de nuevo. El frío que entraba por la ventana era incapaz de bajar la temperatura de su cuerpo en ese momento, no existía más que ese deseo el cual se empeñaba en enterrar.—
 
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Shaitan · M
El aroma y la voz que llamaba su nombre elevaron su temperatura. Era solo un asomo de la sensación de placer que había estado buscando sin lograr conseguir.

Tomó las prendas ajenas y las abrió por completo, descubriéndole el cuerpo, antes de rodearle la cintura y apegarlo hacia sí. Incluso si estuviera febril, el cuerpo ajeno se sentiría frío contra el propio.

Sus manos no perdieron tiempo en recorrer la suavidad de su piel, desde sus glúteos, por la curva de su espalda, hasta tomar con fuerza su cabello largo y sedoso.

—Abre bien las piernas.

Murmuró ronco y agotado contra su oído, sosteniéndolo inclinado sobre el colchón, y no esperó mayor movimiento antes de forzar su entrada en la estrechez del delgado cuerpo, lo que le arrancó un gruñido a él también.
 
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