—Se negaba, rotundamente se negaba a la idea de perder lo único que le quedaba, su único tesoro.
Su gran cuerpo empezó a envolver al vampiro cada vez más, la idea de matarlo no era siquiera una opción, pero sería capaz de quedarse así por la eternidad, siendo una prisión para él.
Sus fauces se mostraban igual a un depredador a la defensiva, amenazante, gruñendo hasta que su mirada notó los ojos llorosos de su pequeño, asustado de la situación, de ser la primera vez que le veía convertido en esa bestia.—

Tai Feng...

—Se quedó quieto, no toleraba el miedo en esa dulce carita, menos ser él quien lo estuviera provocando aún cuando era por evitar apartarlo de su lado.—

Bien pudo librarse de aquel agarre como lo hizo la primera vez, pero si no lo hizo fue porque esperaba que Fei lo hiciera por su cuenta, aun si al hacerlo significaba dejar a su hijo en manos de aquel que llamo egoísta.

—¿Asi que dudas de mi amor? Bien, si es así vive con ello. Me iré con mi hijo. . . ahora, ¿Nos dejaras ir o me mataras? Si quieres que te deje en paz como tanto lo deseas. . .—

Por primera vez violo la intimidad de sus pensamientos, sintiendo desprecio por si mismo al hacerlo, la situación lo impulso a cometer dicha acción sin poder evitarlo.

—. . . Hay dos maneras. ¿Que harás?—

¿Ser inferior?
Tú ¿Con que derecho te crees? ¡Eres un vampiro hablador, ególatra y egoísta! ¿Realmente me amas o sólo amas lo que te ama a ti?

—Lo estaba sacando de sus casillas, comenzaba a decir cosas que jamás pensó, a elevar la voz como nunca, a sentirse molesto, a sentir más dolor que nunca.
Era imposible odiarlo, él lo sabía perfectamente y se aprovechaba de eso, de ser así, lo habría odiado desde que llegó a hacerle daño cuando volvió a verlo, a temerle.—

Deja de echarme a la cara eso una y otra vez... ¿No tienes un argumento nuevo? ¡Si ya me mandaste a la mierda, no tengo nada más que perder ni rogarte sobre amor!

—Tanto tiempo perdido, podría quitarle a su hijo y se negaba a apretar más el cuerpo, no sólo por el daño que podría hacer a su pequeño sino por no dañarlo a él. Sus ojos estaban cristalinos, sólo quería a su hijo, quería que dejara de hacerle infeliz, que lo dejara en paz de una buena vez. Cada que volvía sólo era para causar un caos en su mente, en su cor

Su tranquilidad absoluta era inquietante, aun cuando se encontraba preso. Pero de la nada una pequeña rosa se formo en sus labios dejando escapar una risa mofándose de las últimas palabras que abría dicho el dragón.

—Así de sencillo pueden cambian los sentimientos de los seres inferiores, mientras yo debo cargar con este amor incapaz de odiar a la persona que amo como lo harías tú, aun después de lo que me hiciste. Odiame pero no pienso entregarte a mi hijo—

Te he tenido tanta paciencia... Incluso rogué porque lo intentaramos una vez más y tú... Tú dijiste que te largabas!
¿Con que derecho vienes ahora a llevarte a mi hijo? ¡Eres tan egoísta!

—Aquellos rugidos hacían temblar el bosque, los animales sentían el peligro y se alejaban lo más veloz posible, jamás la paz de ese dragón fue perturbada a tal grado.
Mantuvo envuelto aquel cuerpo, era incapaz de matarlo, no sólo porque era poderoso sino porque aún había demasiado en su corazón, algo que el vampiro poco a poco parecía querer transformar en odio.—

No me obligues a quitarle su padre a mi hijo. No me.obligues a transformar el amor que te tuve, que te tengo, en un aborrecimiento tan grande. Deja a Tai Feng en paz.

—Hare que tu sufrimiento se iguales al mio, así sabrás lo que sentí por tu causa—

Respondió antes de contemplar la imponente forma de Fei en su forma real. Debía admitir que verlo así lo hacia vibrar, pero no por miedo, siempre pensó que esa forma era de admirar, era magistral.

Cuando se vio rodeado de esa forma, se aseguro de que su hijo no quedara envuelto con la gran figura de su madre, pero por nada lo soltaría, por otro lado su pequeño que miraba todo comenzó a llorar, hecho que por el momento no le dio importancia.

—¿Que harás? ¿Me mataras? Dudo que lo consigas, porque solo matándome tendrás a Tai Feng—

—El agarre de su cola se aflojó de golpe, sorprendido al ver aquella bruma oscura envolviendo a su pequeño, corriendo directo al exterior, persiguiendolo.—

¿¡Más!? ¿¡No te basta con todo lo que he sufrido ya!?

—Reclamó al escuchar tan egoísta y sadista deseo, frunciendo el entrecejo de nuevo.
No tuvo más contemplaciones, tomando su forma dracónica para ir directo en contra del vampiro, envolviendolo en su totalidad y emanando energía.—

Dame a mi hijo, es la última vez, Caín...

Las palabras, al igual que los gestos del dragón no provocaron nada en caín, quien seguía observándolo de la misma manera tan sombría, pero estaba muy lejos de molestarse, por lo que la calma permanecía integra en él, no le preocupaba que este impidiera tomar a su hijo para llevárselo, pues nada lo haría.

—No tienes oportunidad—

Musito, segundos después su enorme cuerpo se volvió una especie de niebla oscuro y densa para sostener a su hijo que ahora lograba apreciarse como este era envuelto, la densa niebla siguió su camino hasta el exterior donde nuevamente volvió a adquirir la gran forma del vampiro.

—Quiero que sufras — Dijo calmada mente.

Sobre mi cadáver, Caín...

—Sentenció en medio de un gruñido, mostrando sus fauces.
Podía aceptar varias cosas, esa no sería una de ellas, apretando más el agarre de su cola para evitar que se marchara con su pequeño.
Era su tesoro, lo único que le quedaba, sólo muerto iba a dejarle llevárselo.—

Dámelo... Yo tampoco tendré contemplaciones contigo, ya no...

—Eres el menos indicado para cuestionar mis decisiones, sabes porque me fui, sabes porque me aleje de ti—

Sus movimientos eran nulos, no pudo hacer nada para evitar el agarre en su pierna, con una mano sujetando al dragón y la otra a su hijo se vio limitado a solo chasquear los dientes, comenzaba a molestarse.

—Está vez no seré amable contigo, te guste o no me llevaré a mi hijo —