—Tenía espadas, sin embargo nunca empuñó una por defensa o guerra. El arte de blandirlas y, más aún, de danzar con ellas en mano sin duda le fascinaba, una práctica que no llevaba a cabo hacía muchos años, miles quizá. Poco a poco empezó a fluir con la melodía, dejando que las telas y sus largos cabellos volaran en cada movimiento grácil de su cuerpo.—