—Le sorprendió saber que se había percatado de como separaba las piernas, sonrojandose de golpe por su forma de tomar lo que era un escape.—
¡Eso no es...
—Ni siquiera pudo acabar a responder y justificarse, mirándose en aquella postura, sin palabras y con demasiada incomodidad por el momento, comenzando a removerse y patalear un poco.—
N-no es... Suéltame! ¡No es lo que piensas, enfermo!
—Finalmente respondió, escuchándolo y encogiéndose de hombros, negando un par de veces.—
No vas a cambiarme el nombre, me niego... No soy tu juguete.
—Respondió apenas, aunque sin duda le atemorizaba esa mirada de loco.—
