¿Q-qu...

—Le sorprendió saber que se había percatado de como separaba las piernas, sonrojandose de golpe por su forma de tomar lo que era un escape.—

¡Eso no es...

—Ni siquiera pudo acabar a responder y justificarse, mirándose en aquella postura, sin palabras y con demasiada incomodidad por el momento, comenzando a removerse y patalear un poco.—

N-no es... Suéltame! ¡No es lo que piensas, enfermo!

—Finalmente respondió, escuchándolo y encogiéndose de hombros, negando un par de veces.—

No vas a cambiarme el nombre, me niego... No soy tu juguete.

—Respondió apenas, aunque sin duda le atemorizaba esa mirada de loco.—

Su comportamiento le era de diversión infinita para amedrentar.

— No me conoces bien y tan rápido estás abriendo las piernas a tu señor pidiendo que le preñen.-

Hizo una burla de mal gusto y aprovecho para escabuirse en medio de esas piernas e elevarlas para poder acomodarlo en una pose sugestiva similar al "misionero".

— Xiao Feiliang... Fei, hummm quizá debería cambiarte el nombre para evitar que se parezcan después de todo ahora vives para mí y obedecerad incondicionalmente todo lo que ordenó o si no...-

Hizo una breve pausa con un gesto de apatía carente de alguna amabilidad, similar aún sádico demonio del inframundo.

- Me deshago de ti.-

El descaro del joven maestro se debía a su mala fama de ser uno de los más escandalosos sodomitas del lugar el cuál estaba en boca de todos.

—

—Parecía un cachorro, aquellas caricias de "premio" parecían anunciar en cualquier momento el primer golpe, no podía evitar temblar cada que sentía su mano encima.
Tragó saliva, aprovechando el largo de sus ropas para ir abriendo las piernas en son de impulsarse y escapar, volviendo a quedar helado, inmóvil cuando lo vio fijamente.—

X-xiao Feiliang...

—Musitó casi en un hilo de voz, sintiendo que esos ojos casi rojos chocaban demasiado con los propios, iguales a esmeraldas.
De forma curiosa y, a pesar de no conocer a su compatriota, tenían el mismo apellido, con una pequeña variante quizá pero más que nada escrita, detalles sin importancia al final del día.—

M-me llamo Fei...

—Agregó, apenas en una acotación a su nombre de pila, volviendo a tomar valor para separar poco más sus piernas, con sólo un segundo de ser soltado, sólo con eso le bastaría.—

Se sentía complacido por esas palabras de sumisión que infringe atraves del terror el cuál estaba conciente que inducía.

— Dime tu nombre real.-

Elevó su mirar con propósito de entrelazar de nuevo esos ojos enormes e infantiles que poseía, no quería perder el contacto visual que ambos chocaron. El varón lucía interesado con la nueva posesión que tenía el cuál acaparó su atención de momento.

— Quiero saber todo de ti antes que inicies tus labores domésticos.—

Las caricias acosantes eran más continuas las cuales se deslizaban en el rostro ajeno, contorneado desde sus pómulos a cabello. Seungho hacía esto por el espamo que provoca al pequeño cuerpo del "menor" como un juego descarado e inmoral.

—Sus intentos de buscar distancia parecían nulos, cada vez estaba más cerca al grado que se sentía más indefenso.
Su mirada se mantuvo baja, no quería a toparse de nuevo con esos ojos de desquiciado, menos a tan corta distancia, apenas abriendo los labios un poco, igual de temblorosos.—

S-soy...

—Tener que decir esas palabras no le hacía gracia, mordiéndose la lengua de sólo pensarlas pero, de hacerlo, quizás ese incómodo momento llegaría a su fin.—

S-soy del amo... Yoon S-Seungho.

—Pronunciar su nombre fue difícil, pero esperaba eso fuera suficiente para calmar la ira contenida que denotaba en su sólo agarre, encogiéndose de hombros cuando sintió aquella caricia sobre sus labios, volviendo a tensarse.—

Algo que el Lord no dejaría pasar.
Soltó una de sus manos para acariciar los labios carnosos que poseía delineando con su pulgar sus comisuras.

— Repite conmigo.. Soy del Amo Yoon Seungho.-

La distancia era más cercana tanto que se podría oler su fragancia dulce por los aceites con los cuál mantenía su piel con toques de opio y licor. Un aroma desde ahora muy característico.

— vamos..-

Parece que su intención de tratar de convencerlo daba frutos, por otra parte tenerlo como un sirviente o de compañía seria interesante por su delicadeza y belleza que podría enloquecer a cualquier otro noble del lugar

—Se mantuvo firme, quería mante era esa apariencia pero fue casi imposible, más cuando sintió las manos ajenas sobre las propias y su temblar fue aún más evidente, dejándolo tenso por completo.—

Y-yo...

—Pretendía negarse, apartarse y tratar de huir pero, para su mala suerte, sus piernas no le respondían, no llegaría lejos de esa forma y el notar su mirada desquiciada bajo un velo de paciencia y paz, era aún más aterrador, sin querer saber de que era capaz ese hombre.—

L-lo haré, lo haré...

—No fueron necesarios los golpes para doblegarlo, bajó la mirada y trató de retroceder, quería tomar la mayor distancia posibleme de él.—

Tal reacción de un animalito temeroso ante la vista de su verdugo le causo algo de risa en él, esde ese pequeño temblor a su cara de "terror" de alguna manera alimentaba mucho su sadismo y satisfacción personal.
"Ésto es interesante" meditó a si mismo e incluso trataría de confundirlo aún más con un tono de voz suave y profunda casi inaudible e incluso amable, mientras tomó de esas delicadas manos casi feminas.

— No soy un hombre paciente... Seré considerado sólo por está vez así que acataras lo que dicte mientras esté en mi techo.

Su rostro emitía calma mientras esos ojos casi rojizos vibraban de una aura violenta e incluso algo perdida en una psicosis.

Todo era un gama de contraste contra su apariencia de "Galán" a comparación del carácter tan voluble y bestial de Yoon Seungho.


— Trabaja para mí...-

—Pudo ver esa mano moverse, sin embargo fue a dar a dónde menos esperaba, sus piernas.
Sorprendido y algo incómodo, apartó las piernas rápidamente, acomodando sus ropas para cubrir la piel que pudiera quedar expuesta, casi poniéndose de pie de inmediato.—

Me niego...

—Respondió, no pensaba sobajarse a ser un sirviente de aquel hombre, un simple humano que, aún si era intimidante, debía de ignorar su propio temor.
A diferencia de aquel chico que decía, él no era humano, su aspecto delicado ocultaba una bestia ancestral.—

Su sirviente me trajo hasta aquí sin mi consentimiento, no sé quién se ha creído pero no seguiré sus órdenes, señor.

—Aún a pesar de sus firmes palabras, sus manos se empuñaban temerosas bajo la largas mangas. Miles de años en trauma no iban a desaparecer con facilidad, aún si era a un dragón milenario, los humanos habían sido su peor pesadilla.—