—Sus hijas ya habían crecido bastante, tanto que eran independientes y, la mayor parte del tiempo, la pasaban en el bosque, jugando y viviendo como dos pequeñas hurones salvajes. Ansiaba el día en que pudieran controlar su poder y tomaran forma de dos pequeñas niñas, pero las dejaría a su tiempo, pasando cada tarde con ellas, jugando y enseñándoles pero, a fin de cuentas, eran pequeños espíritus libres.—