—Ya veo, dependes mas de la sangre— Hablo bajo mientras se mostraba pensativo. —La carne de animal con sangre no te nutrira debidamente, debes alimentarte con sangre humana—

¿Problemas?

—Le miró curioso, ladeando la cabeza y recordando un par de veces que terminó devolviendo la comida y preocupó a su madre.—

Pues... Mamá últimamente procura darme carne con mucha sangre, antes me daba más verduras y frutas pero solía vomitar cada tanto~

—De nuevo sin filtro al hablar, sonriendo como lo más normal.—

—Eso me recuerda que. . . ¿Haz teniendo problemas para alimentarte?— Esperaba que no lo tuviera, que pudiese comer cualquier cosa y no hubiese que lidiar con el mismo problema que él al probar bocado.

—A diferencia de su madre que se guardaba tanto, él lo demostraba sin temor alguno, fuera bueno o malo, siempre decía lo que pensaba y sentía.
Tomó la mano del vampiro, dando suaves jalones a esta para que le siguiera.—

Ya es hora de la cena, vamos~

—Gracias hijo— Las palabras de su hijo lograron afectarlo. Era tan joven pero demasiado inteligente, con el don de la palabra. Intentar buscar las palabras correctas para hacer sentir bien a su hijo, terminaría siendo una pérdida de tiempo.

Entonces no puedes decir amarte, porque es lo que crees sentir, pero no lo sientes, papá.

—Musitó con calma, sin reclamarlo, sólo diciendo lo que pensaba sin filtros. Aún así, mostró la sonrisa más dulce e inocente del mundo.—

Pero yo si te quiero, papá

—Lo siente, hay cosas que sucedieron y que a ambos nos cambio — Aquella repentina distancia no le agrada.

—Escuchar aquellas palabras le hicieron abrir de nuevo los ojos, apartándose de forma prudente para mirarlo fijo, mostrando una pequeña sonrisa.—

Tienes razón... No sientes nada.
Hay una barrera, como la de mamá cuando me escondía.

—Mi amor siempre fue sincero. . .— No creyo del todo en las palabras de su hijo, pero se dio cuenta de lo gentil que era, igual a su madre. —Esa calidez ya no existe— Susurro para si, sin estar consciente de que había dicho esas palabras en lugar de pensarlas. Cuando tuvo a su hijo así de cerca pudo mostrar una expresión de sorpresa, pero enseguida se relajo. —. . . Dime.—

Mamá siempre dice que la sinceridad del corazon se refleja en el rostro, no importa cuan dura sea la máscara.

—Musitó apenas, mirándolo fijamente y, sin pena alguna, posando ambas manos sobre las mejillas de su padre, sintiendolo helado en la piel, como un cadáver.—

Si mamá dice que eres cálido, lo eres...

—Musitó, pero no por mentir sino por darle la razón a su madre, cerrando los ojos y, al jalar su suave, terminando por pegar su frente a la del vampiro, buscando algún indicio de ese calor.—

Papá...