De a poco continuó con su andar; casi como si entendiera la mención , su icónica tiara robó un halo del sol y lo reflejó por un ápice de segundo, encendiéndose de un tono rojo y oro a la vez.
Al retomar mentalmente las palabras de Clint que hacían alusión al Asgardiano, Wanda mostró un atisbo de sonrisa, que fue difuminando conforme negaba lentamente.
— Los tres debemos solucionar eso. Vaya triada, ¿alguna vez la hubieras imaginado? En especial por... Tú sabes. Loki solía ser enemigo nuestro, ¿no? ¿Eso significa que al final todos merecemos un arco de redención?
A la par de decir esto, tomó una breve pausa en su andar, para buscarle la mirada; lo que quería decirle urgía tal contacto.
— La única que debería lamentar soy yo. Por todo lo que causé. He intentado redimirme en las sombras. Hacerme más fuerte, más sensata, más... Digna del título que ahora llevo encima. A pesar de ser sinónimo de caos. Y destrucción. —
Recordó lo confusa que era Wanda al llegar a los Vengadores, no planteaba el por qué querer ayudar al mundo pero hoy en día, sus respuestas, como la que le dio ante su estúpido chiste del Arquero, lo hizo sentir orgulloso.
— Eso si, aún no debe morir, debe arreglar todo lo que tú, Loki hicieron, lamento por no haber estado cuando pasó lo de Westview, me enteré por otros medios pero quiero que sepas que cuentas con este Arquero que aún no está muy inútil.
Colocó su mano en el hombro de la mujer y le dedicó una pequeña pero sincera sonrisa.
Desde el verlo acercarse de una forma que se le antojó subrepticia, supo que algo inusual vendría junto con Barton. Por eso y sin menguar el paso sólo lo siguió por la periferia de su mirada, hasta que por fin este confesó su insensato plan. Ante lo que alzó las cejas, atónita, pero al segundo soltó una risa, negando.
— Definitivamente no. Y sólo por bien del mundo como lo conocemos. Me temo que admito ser parte del por qué Stephen no debe morir aún. En todo caso, ¿por qué, Clint? ¿Te hizo enfadar? —
Inquirió, con curiosidad sin dejar de caminar lado a su par.
Se acercó muy atento, como era con Wanda, alguien con quien tomó el cariño tal cual como un padre y una hija, por eso, con la suficiente confianza le pidió un favor —Qué era más una broma que uno real —
