—Está rico.— Dijo después de terminar el dulce. No esperaba que la loba se acercara a ella, por lo que terminó completamente recargada en la ventana, con su vista puesta en el jardín, más cayó en cuenta cuando escuchó el sonido de la silla que acomodaba junto a ella, dando un ligero respingo se giró hacia ella, frunciendo el ceño ligeramente, estaba a punto de reclamar que no estaba haciendo su guardia correctamente, más su pregunta la tomó desprevenida... —N-No...— Titubeó. —¿Por qué lo habría?...