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—A big nuisance

Con: Karonte.
 
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Karonte · 26-30, M
Su cabello es más largo, se extiende etéreamente hasta su cintura baja y sus ojos se afilan como dos pedernales celestes de un fuego oculto, intrínsecamente violento, repletos de vidas y de almas.

—No hacía falta este patético espectáculo ¿Sabes? —se confesó, mientras introducía sus largos dedos en los bolsillos de su túnica blanca, única prenda que vestía—. Soy democráticamente más abierto que otros pares, ahora devuélveme a mi club. Estaba por servirte una exquisita champaña para que se te relajen un poco más los sentidos antes de hablar de tu invasión a mi territorio.

Coqueto, culturalmente educado y siempre sostenedor de su propia abismal personalidad.
Karonte · 26-30, M
—Tranquila —dijo con absoluto cuidado mientras el humo escapaba de sus labios.

Apoyó con calma el cigarrillo en el cenicero, que era un Erebo de cenizas y colillas antiguas, la noche le profetizaba un justo cambio en la sala roja del Cerbero, solo las tinieblas habitaban hoy con sus demonios, sus crepitantes bestias y los singulares monstruos que le nutrían del beato poder que tenía el intermediario de deseos.

Sintió el agarre sobre su hermosa camisa oscura, siendo jalada por ella otra vez hacía las tinieblas, condenados seres aquellos que moran en el abismo y tantos otros que desean conducirlo hacia las profundidades del averno. Esperaba tener alguna respuesta, al menos otro pedido antes de ser absorbido de su casa de gemidos, de placeres y de inmortales que pellizcan las osamentas buscando carne.

En la oscuridad Karonte se muestra como verdaderamente es, tan pálido como una calavera y con la piel levemente compuesta de ceniza gris, cual una capa superior sobre su propia piel
VeraFarina · F
—Aléjate de mí —murmuró asustada y fue haciéndose pequeña hasta abrazarse a sí misma, pero antes de que siquiera pasara un minuto su miedo la consumió y su táctica mecanismo de supervivencia (descontrolado por los estupefacientes) se activó, tragándosela en el umbral de una dimensión creada por ella misma; aquella que reflejaba sus peores temores. Poco o nada iba a saber que antes de ser consumida habría de alcanzar a agarrarse de la ropa de aquel que estaba más cerca de ella, llevando al desafortunado consigo.
VeraFarina · F
Abrió los ojos y se incorporó con violencia, mareándose en el proceso. La música en el ambiente era estruendosa pero Nevy no podía oírla, lo único que venía a su mente eran los gritos de los condenados y la oscuridad perpetua. Vampiros se alimentaban en una esquina más adelante, demonios entablaban conversación en sus formas originales… Todo era igual que en el inframundo y, como cereza del pastel, al intentar huir terminó estampándose de frente con un rostro familiar… aunque vestido de manera diferente. Era él, era Caronte, venía por ella para llevársela.
VeraFarina · F
mareo y pérdida momentánea de la conciencia. Nunca supo cómo, pero acabó escapando de las garras del grupo para resguardarse en el interior del club más cercano que la recibió con letras de neón en las que se podía leer el nombre “Cerbero” y el nombre por sí sólo le trajo un montón de flashbacks terribles. Gritos, peleas, rencores, la sonrisa torcida del mal en persona y la preocupación en una mirada noble. Nevy se vio a sí misma envuelta en sangre y escuchó las palabras de disculpa que su “guardián” susurró para ella antes de desfallecer.

Estoy muerta otra vez. Morí. Morí. Morí. Morí. No. No otra vez. El sexto dominio me espera con las puertas abiertas; la hija maldita llegó a recorrerlo nuevamente. No. No quiero. Tengo que huir de aquí.
VeraFarina · F
Tal vez el alcohol no era la manera más sana de olvidar la desolación y el terror que vivió al quedar atrapada en su propio mundo interior, pero a esas alturas prefería mantenerse intoxicada que recurrir a la sarta de pastillas que el terapeuta le había recetado… Como si la risperidona fuese a borrar las experiencias de miles de años.

Tras cruzar la avenida principal se encontró con un grupo de gente que en su vida había visto pero que poseían alcohol al igual que ella, y ese simple conocimiento fue suficiente para que todos actuasen como los mejores amigos. Se encaminaron juntos por varios bares y clubes hasta que uno de ellos tiró “sin querer” una pastilla en el vaso que después le ofreció a Navy; qué estúpida, básicamente era la primera regla de supervivencia para cualquier persona que no estuviera en un entorno seguro o conocido, pero su juicio ya estaba bastante nublado así que acabó por aceptar el trago y se lo empinó cual si no hubiese un mañana. ¿La consecuencia? Un terrible
VeraFarina · F
Vida #XXX
Nevy Clark

Era esa época del año en la que las calles se inundaban de multitudes consumistas en vísperas de la celebración que unía familias por unas horas llenas de “diversión y amor”; empero, pese a que su nuevo núcleo social era mil veces más sano que todos aquellos con los que tuvo que lidiar en reencarnaciones anteriores, Nevy -una nueva vida, un nuevo nombre- vagaba sin rumbo por los caminos poco iluminados mientras su diestra sostenía lo que parecía ser una botella de vino tinto. Desde hacía un par de años antes de cumplir la mayoría de edad, la fémina había estado recordando todos los problemas con los que había tenido que lidiar alguna vez y los rostros que había visto desaparecer tras su muerte: él, ellos, los reencarnados, el caos. [...]

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