— Nunca los vas a olvidar pero si puedes dejarlos atrás, vendrán ¿Y que? No te van hacer daño.

Finaliza con una caricia con su pulgar a los labios de la rubia bajando su mano y tomando aquella foto de sus manos. Mirando nuevamente.

— Si me sacas el corazón y te lo comes seguramente te dará más calor.

No eleva su cabeza solo su vista dejando un guiño al ver a Vanya. Sin embargo mantenía ese semblante serio ante la conversación.

— ¿Que harás con esto? Si te va atormentar es mejor deshacerte de lo que te molesta.

Le estrecho nuevamente la foto con ganas de romperla.

— Los recuerdos son tormentos cuando no puedes olvidar nada.

Vanya nunca había llorado. Sus ojos podían amenazar con las cristalinas lágrimas acumulándose pero nunca derramó una.
Ese día, sería igual. Observando a Zareth cerró sus ojos ante la caricia; se sentía vulnerable, aceptando ese consuelo.

— ¿Te sientes mal cuando me comporto como una viuda? Ah, qué cálido ha de ser tu corazón...

La felicidad de la platinada se fue despacio al ver el rostro de aquella rubia cambiar drásticamente. Zora pensó que algo como un recuerdo agradable de un momento traería alegría, pues no fue así.

— No te atormentes por ello... Solo es un recuerdo.

Se acercó a la mujer posando su palma en su mejilla dejando una sutil caricia de cariño.

— Se siente mal verte así...

Estaba pensando en él, y Zareth encontró su imagen. ¿Era eso una señal, o un castigo? Estiró sus manos tomando con cuidado esa fotografía.
Los recuerdos ahora eran puñales, sus delicadas facciones parecen arrugarse por la triste expresión.

— Pobre alma.

Los celestes se deslizaron en el rostro contrario con esa sonrisa ladina. La platinada se acercó con calma y con su voz más controlada.

— Encontré algo ¿Lo querrás?

De su bolsillo saco una imagen, una foto que aún estaba bien conservada, se la entrego a la rubia presentándola en frente con sus dedos al aire. Ya dependería de la anfitriona si tomarla o no.

— Te ves como una virgen con el blanco... ~

La voz de Zareth la despojó de sus recuerdos. Incluso sacudió la cabeza, ante el abrupto golpe de realidad.
Su mirada se centró en ella, como si estuviera bajo el efecto de una anestesia sólo sonríe y asiente, en silencio que duró segundos.

— Oh, fabuloso querida. Si eres feliz, valió la pena.

— Cariño... Tenías razón, ese sitio donde estaba era perfecto en todo sentido. Hay dos cilindros vacíos, rotos... Fue magnífico

Tenía una sonrisa larga de oreja a oreja, su lado de cazarecompensas estuvo a flote en cuanto a esa aventura que tuvo en el lugar.

— Vanya ¿Por dónde empiezo? No fue un regalo pero fue magnífico

Estaba emocionada pese a su serenidad y calma al hablar, esa seriedad estaba fuera por el tema del cuál quería hablar.