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Es el comentario que le hace sonrojar suave, apartando la mano para comprobar el accesorio en su muñeca. No podía darle la razón, porque sencillamente no veía muy bien. La dama tenía una teoría sobre si misma; cuando su estado de ánimo era decadente, sus funciones se volvían torpes y eso incluía la vista.

— Confío en tu criterio. Gracias por este obsequio, también por el paseo y por...tu bondad hacia mi. Tal vez no la merezco, pero la aprecio.
 
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