No era difícil de ver; la mujer estaba sorprendida. Elevó sus párpados, abriendo un poco más esos inexpresivos ojos que portaba. Ahora reflejaban su desconcierto con el expresar del caballero.
Optó por ignorar su pregunta. Perpleja le observa levantándose, abandonando la comodidad del suelo para forzar sus piernas a sostenerla.

Sintió la necesidad de ponerse a la defensiva, naturalmente, no acostumbraba a hombres que se expresaban como él.

— Quisiera ser de ayuda pero desafortunadamente, estoy limitada. Sé cómo ir al pueblo más cercano pero después...nada. No he visto más que eso.

No mentía, aunque tampoco irradiaba disposición a ayudar. Tomó ambos extremos de su largo y oscuro vestido a la altura de sus caderas, sacudió un poco quitando algunos restos de grama antes de presentarse.

— Vanya es mi nombre, Vanya Walker. ¿Cuál es tu nombre, extranjero?

... sin verse forzado. De repente, la semblante se tornó cordial y agradable (siempre habría algo que lo hacía parecer fuera de lugar). Había olvidado lo fatuo en un instante, directo a conocer a la ajena.

—¿Qué preferirías ser: pecar de altisonante o ser escueto? Qué pena no cumplir tus expectativas e importarme tan poco, m'lady.— rápidamente saltó a unas palabras hostiles y dichas en un tono cordial; la sonrisa que escapó jugaba con la pasivo-agresividad.

Si bien ya escudriñaba a la muchacha, algo lo dejaba prendido. No en un sentido extraño; sentía familiaridad. La confundiría con alguien, o tal impresión daba cuando resopló. Al verla tan intranquila quería continuar con su carácter mordaz. Mantuvo la mueca burlona.

—Así que..— de alguna forma, su remarcado acento británico del norte lo hacía parecer más burlón de lo que pretendía enseñar.

Caminó un poco por los alrededores, sin querer invadir su espacio.

—Aquí es tu lugar, ¿eh? Verás, mi camino se ha visto interrumpido por el desfavorable clima. Necesito indicaciones y tras tanto caminar, es extraño cruzar con una desconocida aquí. ¿Cuál es tu nombre? — se paró en seco hacia un sentido donde ambos cruzasen miradas ...

— ¿Doy la impresión de estar perdida? Estoy justo donde debo estar.

Su cuerpo había sufrido un pequeño estremecer, reflejado en sus hombros. No esperaba a nadie más, y aunque ansiaba la soledad de repente el interés de sus ojos cansados se enfocó en el hombre.

— Alguien como yo... ¡Qué poco elocuente! ¿Tú, estás perdido?

—[code]¿Para qué mirarías tanto a la nada? ¿Qué.. Haría alguien como tú perdida por aquí?[/code] — la curiosidad lo abarcó desde luego; la mirada fue de pies a cabeza de la chica.

Se describe a un elegante hombre, joven, de anchura considerable. Le dirigía unos ojos que pese su naturaleza intimidante no iban malintencionados.