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Es el día de las muñecas.
 
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ZarethCyph · 26-30, F
La dejo ir, no imaginaba quitarle energía a alguien, menos a ella ¿Halago o rechazo? Cualquiera de las dos, Zora solo sonríe ladina, era curiosa esa mujer. "Odiar, Amar" dos palabras tan diferentes pero con un mismo peso.

La platinada tenía un poco de sueño también, había conseguido días pasados un hongo del castillo el cual le hacía drogarse, iba a buscarlo, necesitaba distraerse un poco.
Su respuesta tarda en llegar, bajando las manos y retrocediendo apenas un paso. Vanya lucía perdida, se notaba en su mirada cuando divaga en las palabras.

— Yo...Yo no te odio. Si lo hiciera...Zareth...

Sus labios dibujan una sonrisa, cariñosa e inesperada. Tomó la mano de la mujer, quien ya no era ante sus ojos un mísero humano inferior.
Con un leve apretón, daba cobijo a esa mano entre las propias y la atrajo hasta sus labios, dejando un suave beso en el dorso. Acto seguido, la suelta y se despide.

— Cuando me besas, me siento cansada. Entonces, iré a descansar. Adiós, adiós.
ZarethCyph · 26-30, F
— Mi ser se siente atraído a ti Vanya

Sus dedos afianzados a esas caderas se transforman ahora en caricias.

— Y desde que robe un beso a tus labios, de vez en cuando deseo volver a ellos... Podrás entenderlo, eres una mujer atrayente en todo esplendor. No es necesario que te diga halagos que ya sabes

No quería hacerla enojar, despacio soltó sus dedos de sus prendas satisfecha con lo poco que había saboreado de la rubia.

— Cariño pensé que ya desde antes me lo había ganado, tu odio.
— Lo creo. Estás intentando ganarte mi odio con esa actitud tuya... Zareth.

Estaba aún en proceso de entenderla. ¿Lograría algún día entender sus intenciones? Zora era un enigma mayor, ahora que conocía su verdadera esencia.
El acercamiento forzado hizo que la rubia presione más fuerte esas telas, recibiendo los labios de Zareth con suavidad en pequeños movimientos.
Un sentimiento raro y nunca antes experimentado palpitaba en su pecho; el rechazo, en conjunto con un impulso de indagar más en ella.

— Mnh... ¿Por qué me haces esto?

Murmura, moviendo el rostro a un lado con su mirada clara fija en ella.

— Insistes en besarme...
ZarethCyph · 26-30, F
Sus manos seguían aún en esas caderas a pesar que la rubia se había alejado en reproche. Los labios de Zora se sentían cálidos, el beso había Sido diferente está vez. Las acciones de la rubia como sus dedos apretando sus prendas y esa respiración acelerada que noto Zora... ¿Que sucedía? ~. Sus celestes estaban fijos en esa expresión molesta.

— Fue bastante normal tu trato, no soy bienvenida en ninguna parte cariño y el maltrato es el lenguaje que más entiendo. No te culpo, mi aspecto es de humana, lo que me diferencian son mis marcas de nacimiento.

Se refería a esos "tatuajes", despacio la atrajo nuevamente a qué diera pasos hacia Zora pegando su pecho con el de la más alta.

— Soy una bestia al final, no tienen porque aceptarme, solo odiarme.

Sus yemas se apretaron en esas caderas uniendo una vez más sus labios con los de aquella mujer con apariencia de muñeca como Zafira.
La situación cambió de un momento a otro. Vanya no tenía ningún respeto por la vida humana pero ahora, ante la nueva naturaleza de Zareth, el aire se sentía diferente así como se desdibuja su visión sobre ella.
Estaba observando esa mejilla donde antes le hirió con rabia, y en efecto, había sanado.

— Pero Zora...

Al notar su cercanía y sentir el beso, permaneció con los párpados bajos, la respiración acelerada, sus dedos arrugando las prendas de Zareth. Segundos después vuelve a hacerse hacia atrás con su ceño fruncido.
Una delicada muñeca enojada, así se veía.

— ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué guardaste silencio todas esas veces en las que te menosprecie por ser humana? Cuando te agredí tampoco hiciste nada...
ZarethCyph · 26-30, F
— Cariño... Soy más real que la misma muerte

La entendía, muchas veces escucho a Vanya hablar con la nada, seguro con su esposo muerto o alguna otra víctima. La platinada negó con calma, no tenía porque mentir.

— Me haz dejado herida y me he regenerado ¿Crees que la bofetada dónde me dejaste tus lindas marcas de uñas un humano lo hubiese aguantado? Se hubiese infectado estando en el castillo al igual que la herida a mi abdomen.

Se sentía orgullosa al explicarle y que la rubia se sorprendiera.

— Soy tan real como mis deseos de volver a tocar tus labios tal cual la primera vez

Ladea su rostro sin cortar esa cercania, las manos delicadas de Vanya seguían posadas en el pecho de la más alta. Está por fin luego de dar su explicación posa su boca en los delicados labios de la rubia en un beso calmo.
— Ah... Por eso tú...

Zareth estaba en lo cierto; ningún humano sobrevivía allí. Nadie pasaba de una semana y sin embargo, esa mujer de aspecto saludable y fuerte seguía rondando por allí. Incluso cuando Vanya le ha herido en contadas ocasiones.

— Me acostumbré tanto a ti, que no me he detenido a pensar cómo sigues con vida... Podías estar muerta, y ser producto de mi mente deteriorada, tal vez... No, estás aquí.

Mirando sus ojos lo sabía, era real. La doncella estaba ahora intrigada, perpleja pero sintiendo cierta satisfacción al saber que no era un saco de huesos más.

— Fenrir...Espero que estés diciendo la verdad.
ZarethCyph · 26-30, F
Por fin la rubia se interesaba en ella! Al fin, sin embargo la platinada con interés en robar besos a sus labios se comporto para responder a las dudas de la dama.

— Darling, es algo lógico... Tuve distintas heridas profundas, ya debería estar muerta para tu gusto. Dudo que cualquier humano que entre acá dure más de tres días.

No la evadía, pero si estaba un poco desconcertada de que Vanya no notará que no moría facil.

— Te lo dije, soy una bestia, vengo de la descendencia de Fenrir.

Sus celestes brillaban un poco más por lo que sentía, sentía emoción y un nuevo descubrimiento.
La noticia podía desestabilizar a la mujer quien ahora le observa, analizando sus palabras con la boca ligeramente abierta. Cuando fue jalada por las caderas, colocó ambas manos en el pecho de Zareth. Busca respuestas, no besos por eso hizo su cabeza un poco hacia atrás.

— ¿Por qué no lo dijiste antes?

La intensa mirada azulada se pasea por cada parte del rostro ajeno, como si la respuesta estuviera en alguna de sus facciones.

— ¿Cómo es posible, que sea verdad lo que dices? En todo caso, ¿qué eres?

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