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No se arriesgó a esperar un segundo más; escurridiza como siempre, Ventura se deslizó al interior del recinto y emprendió carrera, apenas sus tacones tocaron la alfombra, hasta donde descansaba la única pintura que se había salvado pero sus cálculos mentales sabían que habría de fallar en llegar sin ser vista pues él iba casi pisandole los talones, apenas el tiempo y distancia suficiente para que no la viera del todo a través de la oscuridad. Tenía que cambiar de táctica así que se detuvo y escondió su figura en las sombras esperando ver al individuo para atacarlo y dominarlo.
Y ella que no se quería ensuciar la ropa ese día.
— Estoy en la ventana del tercer piso, Astra... — Murmuró mientras veía el interior colgada de un cable anclado en la fachada. — ¿Pudiste desactivar la seguridad?
— Estoy en eso, Roja. — El sonido del teclado de la computadora siendo usado a gran velocidad era como música para los oídos de Ventura, ya estaba tan acostumbrada a la dupla que ambos tenían que confiaba ciegamente en él. — ¡Tienes acceso! — Anunció de pronto en voz alta, haciendo sonreír a la pelirroja quien, sin decir nada más se dedicó a usar unas ganzuas para deshacerse del seguro y tras ello empujó con suavidad el vidrio.
— Ahora solamente tengo que desli...
— ¡Espera, Ventura! Estoy recibiendo una señal de movimiento de los pisos inferiores.
— ¿Guardias? — La Femme Rouge se quedó estática pero atenta al ruido que la rodeaba para prever la aparición sorpresiva de algún agente de policía.
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Ns1565618 · 31-35, M
Pese a lo habilidoso que es, Joshua siempre ha preferido huir antes que usar la fuerza física, evita la confrontación y se aleja, como un zorro astuto que elige bien qué batallas pelear.
Aquella noche no fue la excepción a la regla; evitaba a los guardias como si tuvieran lepra, él solo era un susurro que el viento producía, sus pasos eran inaudibles, era casi un fantasma... Solo se le escapaba un detallito, estaba siendo rastreado y no precisamente por las cámaras del museo que no lo habían podido atrapar antes; pero siempre hay alguien más astuto.
Se apresuró a llegar al tercer piso, donde su objetivo se encontraba, hizo sus movimientos más rápidos, para acercarse lo suficiente a la pintura, ya antes había tomado cosas con tres o cuatro personas en el mismo lugar sin que nadie supiera qué había pasado, ¿qué podía cambiar ahora? Sus agudos sentidos pasaron por alto que alguien más había en la habitación.
Aquella noche no fue la excepción a la regla; evitaba a los guardias como si tuvieran lepra, él solo era un susurro que el viento producía, sus pasos eran inaudibles, era casi un fantasma... Solo se le escapaba un detallito, estaba siendo rastreado y no precisamente por las cámaras del museo que no lo habían podido atrapar antes; pero siempre hay alguien más astuto.
Se apresuró a llegar al tercer piso, donde su objetivo se encontraba, hizo sus movimientos más rápidos, para acercarse lo suficiente a la pintura, ya antes había tomado cosas con tres o cuatro personas en el mismo lugar sin que nadie supiera qué había pasado, ¿qué podía cambiar ahora? Sus agudos sentidos pasaron por alto que alguien más había en la habitación.
Ns1565618 · 31-35, M
Él no era de los sujetos que trazaban planes muy minuciosos, buscaba la manera de entrar, ser rápido y silencioso, tomar lo que buscaba para salir y nada más. ¿Por qué cambiar un sistema que le había funcionado tan bien durante años? Bueno... Iba a encontrare con alguien que lo haría replantearse sus métodos.
No solía demorarse mas que un par de días entre un viaje y otro, pero el cargamento era extenso... Debido a los robos, el museo reforzó la segurar tanto en la mañana como por la noche. Los patrones de rondines eran irregulares y tuvo que dejar pasar unas semanas antes de aventurarse a reclamar la última pieza de la colección. Necesitaba completar el trabajo, la paga era demasiado jugosa.
El tiempo pertinente pasó, el museo bajó la guardia y él estaba listo para terminar lo que empezó.
Logró entrar por la madrugada, sus movimientos de ladronzuelo de calle se resumían en el parkour que, silenciosamente, aplicaba con gran habilidad para escabullirse en las sombras.
No solía demorarse mas que un par de días entre un viaje y otro, pero el cargamento era extenso... Debido a los robos, el museo reforzó la segurar tanto en la mañana como por la noche. Los patrones de rondines eran irregulares y tuvo que dejar pasar unas semanas antes de aventurarse a reclamar la última pieza de la colección. Necesitaba completar el trabajo, la paga era demasiado jugosa.
El tiempo pertinente pasó, el museo bajó la guardia y él estaba listo para terminar lo que empezó.
Logró entrar por la madrugada, sus movimientos de ladronzuelo de calle se resumían en el parkour que, silenciosamente, aplicaba con gran habilidad para escabullirse en las sombras.
Ns1565618 · 31-35, M
Robar carteras sin ser detectado, robar autos, entrar sigilosamente a una casa para llevarse objetos de valía... Las habilidades maleantes de Joshua fueron escalando de nivel asombrosamente en muy poco tiempo, y claro que no pasaron por alto.
Personajes importantes del contrabando, la mafia y el negocio de robo a gran escala iban llamándolo ocasionalmente para realizar trabajos bien pagados, pero él jamás se quedaba a disposición de ningún grupo, él apreciaba demasiado su libertad para quedarse bajo el mando de un gordo sudoroso detrás de un escritorio.
Un buen día, fue contactado por una mujer a la que nunca le vio la cara, poco importaba, solo necesitaba saber qué querían y él haría el resto del trabajo. El objetivo esta vez: obras de arte valiosas custodiadas en un importante museo.
Personajes importantes del contrabando, la mafia y el negocio de robo a gran escala iban llamándolo ocasionalmente para realizar trabajos bien pagados, pero él jamás se quedaba a disposición de ningún grupo, él apreciaba demasiado su libertad para quedarse bajo el mando de un gordo sudoroso detrás de un escritorio.
Un buen día, fue contactado por una mujer a la que nunca le vio la cara, poco importaba, solo necesitaba saber qué querían y él haría el resto del trabajo. El objetivo esta vez: obras de arte valiosas custodiadas en un importante museo.
V1566641 · 26-30, F
— No parece un guardia... Se viste como un ladrón. No es que tenga experiencia en el outfit de los ladrones pero en el último año he visto...
— ¡Player, lo escucho muy cerca, podría ser el ladrón de VILE!
— ¡Player, lo escucho muy cerca, podría ser el ladrón de VILE!
No se arriesgó a esperar un segundo más; escurridiza como siempre, Ventura se deslizó al interior del recinto y emprendió carrera, apenas sus tacones tocaron la alfombra, hasta donde descansaba la única pintura que se había salvado pero sus cálculos mentales sabían que habría de fallar en llegar sin ser vista pues él iba casi pisandole los talones, apenas el tiempo y distancia suficiente para que no la viera del todo a través de la oscuridad. Tenía que cambiar de táctica así que se detuvo y escondió su figura en las sombras esperando ver al individuo para atacarlo y dominarlo.
Y ella que no se quería ensuciar la ropa ese día.
V1566641 · 26-30, F
— Estoy en la ventana del tercer piso, Astra... — Murmuró mientras veía el interior colgada de un cable anclado en la fachada. — ¿Pudiste desactivar la seguridad?
— Estoy en eso, Roja. — El sonido del teclado de la computadora siendo usado a gran velocidad era como música para los oídos de Ventura, ya estaba tan acostumbrada a la dupla que ambos tenían que confiaba ciegamente en él. — ¡Tienes acceso! — Anunció de pronto en voz alta, haciendo sonreír a la pelirroja quien, sin decir nada más se dedicó a usar unas ganzuas para deshacerse del seguro y tras ello empujó con suavidad el vidrio.
— Ahora solamente tengo que desli...
— ¡Espera, Ventura! Estoy recibiendo una señal de movimiento de los pisos inferiores.
— ¿Guardias? — La Femme Rouge se quedó estática pero atenta al ruido que la rodeaba para prever la aparición sorpresiva de algún agente de policía.
V1566641 · 26-30, F
Para Ventura era obvio que ella estaba detrás de eso y le preocupaba en demasía que eso no estuviera sujeto a un plan de la organización como tal pues solamente podía significar que cada miembro de Élite en VILE era perfectamente capaz de hacer robos a grande escala por sí solos. Por suerte para ella "Player" - como solía decirle a Astra antes de conocerse formalmente - pudo leer los patrones en las cámaras de seguridad del museo para darse cuenta de que quedaba una pieza en su lugar de la misma colección robada, en resumen: el ladrón había olvidado un cuadro o había tenido que huir antes de conseguirlo. No había tiempo que perder, si quería dar con las cuarenta y siete piezas tenía que conseguir acercarse primero al cuadro y colocarle un rastreador que, como siempre, ya tenía listo, guardado en el bolsillo de sus jeans color escarlata.
V1566641 · 26-30, F
Cuarenta y siete piezas habían sido robadas del Museo Munch en Oslo hacía ya unos cuantos meses atrás. A pesar de que Ventura contaba con el disco duro que daba fe de todas las fechorías que VILE había planeado para el resto del año, de sus escondites y hasta de sus agentes, aquel atraco no había sido señalado en las miles de bases de datos que hábilmente Astra logró desencriptar; sin embargo, tanto el modus operandi como el gusto particular por las pinturas apuntaba a una de sus antiguas instructoras en el arte del reconocimiento: La Duquesa Maledonia.
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